domingo, noviembre 27, 2005

Mujer de los ojos desconocidos.


Fue un día
En que mis pasos envolvían la ciudad
En que mi pasión por lo inesperado se apagaba
Fue un día
En que mis pensamientos estaban mudos
En que mis ojos por fin veían lo cuerdo
Fue un día
Como ninguno
Como cualquiera.

Fue aquel día
En que era acariciado por el frío punzante
En que la piel dormía aún sin reparos
Fue aquel día
En que la gente no te miraba, como es usualmente
En que el mundo seguía mecanizado
Fue aquel día
Solo como aquel
Solo como aquellos.

Fue exactamente ese día
En que me encontraba parado mirando la muchedumbre
Cuando me alumbraste con tus ojos
Fue exactamente ese día
En que todo era rutinariamente escaso
Cuando tus pupilas, profundas y misteriosas, se acercaban cautelosamente
Fue exactamente ese día
Que solo me fijé en ti
Que solo me fijé en nadie, excepto tus ojos.

Fue en ese momento
En que tus ojos abrieron un vacío en el tiempo
En el que me sumergí y amé por ese segundo prolongado
Fue en ese momento
En que tus grandes luceros de esmeralda dibujaban mi mirada
Cuando pensé que ni Matta ni Picasso ni Dalí podrían expresionar tanto como tú
Fue en ese momento
En que, además de tus verdes ventanas al alma, fotografiabas una sonrisa a mi día
Justo en ese momento y no en otro.

Fue en ese instante
En que pasaste a mi lado y seguiste tu rumbo
Cuando recordé que no te conocía.

viernes, noviembre 18, 2005

La encontré una noche.


Y la encontré
Un día de sombra
Pero en ella una pequeña luz
Que tiritaba agonizante
Yo lo supe
Yo lo vi
Y la encontré
Sumida en olvidos
Soñando recuerdos
Volando sobre algo
Y volaba sobre mí
Yo la vi.

Y me encontró
Un día de sombra
Pero en mí una pequeña luz
Que latía esperanzadora
Ella no lo sabía
Yo, incluso, apenas
Y me encontró
Sumido en recuerdos
Soñando olvidos
Volando sobre todo
Y ella voló conmigo
A mi lado… volamos.

Y la besé
En una noche extraña
Que vislumbraba privacidad
Y el mundo se achicaba para nosotros
Y el viento marino nos empujaba a abrazarnos
Así es, la besé
Y la besé
Sin sentimiento alguno
Con una pequeña historia olvidada
Llena de polvo y rosas secas
Pero algo me desdeñaba
Era la vida y su pureza sentimental.

Y me besó
Pensando y acogiendo mis palabras
Tomando el momento y acariciándolo
Viviendo aquel beso
De esa noche extraña para nosotros
En que el alba nos amenazaba con llegar
Y me besó
Sin sentimiento alguno
Pero sentía
Quería… rescatarse
Y hacer linda una historia escueta
Pero algo la desdeñaba, era el temor.

Y la tomé de la mano
Para volar juntos
Veíamos los segundos pasar
Fugaces tras nuestros besos
Pero algo me acechaba
Era la llegada de la incertidumbre
Y la tomé de la mano
Para entenderla
Para presentarle mis estrellas
Y para que viera dentro mis ojos
Yo partía y no la quería abandonar
La vida me abrazó y me sensibilizó.

Y me tomó de la mano
Para abrazarme y mirarme
Quería presentarme sus pétalos
Quería ver conmigo esa ilusión
Con miedo de que llegara
Y solo me abrazó
Y me tomó de la mano
Para sentirme
Y sin pensar en el mañana
Quería besarme
Y comprometer un lenguaje
Tenía miedo y se sensibilizó.

Ahora comprendo
Te seguiré besando
Y tú me seguirás tomando de la mano
Así nos sensibilizamos juntos
Y hasta quizás
Comencemos a querernos.

viernes, noviembre 11, 2005

Vacío súbito en un todo esperado.



Y sentía que el mundo dejaba de mirarme
Abandonado, incluso, por el movimiento
Abandonado, incluso, por la persistencia
Abandonado, incluso, por la brisa apasionante
Y sentía que me hacía invisible.

Más no poder esperar
Adentrarme en el crucero lleno de flores
Más no poder separar
El pensamiento sicodélico de la obligación cierta
Más no poder… comenzar a soñar.

Y sentía las voces del aire y del mar
Haciendo dibujitos tristes en las nubes
Haciendo las nubes tristes
Mirando la ciudad tan cerca y yo tan lejano
Y sentía que me desvanecía.

Mirando el lecho de la historia
En donde salían a flote esas personas
Y lloraba y sentía y reía y sostenía
Siendo empujado por el viento emocionante
Hacia el abismo del horizonte.

Y sentía que corría sobre los labios de algo
La boca sensual de la oportunidad
Que me besaba una noche recordando un romance
Que se humedecía con mis lágrimas de cortejo
Y sentía que era de nadie.

Yo cortejaba el perfume del vacío
Cuando no estaba, pero me miraba
Oyendo los aforismos que recitaban las estrellas
Danzando sobre un piano ingrávido
Yo reía de todo lo sucedido, ya no lamentaba.

Y sentía el calor de las ilusiones
Que caían abrazadas en cada lágrima de lluvia
Siendo un tímido rocío en un tibio amanecer
Que me hizo joven al despertar acariciando una sonrisa
Y sentía el polvo de la perplejidad disipándose en segundos.

Cada momento se paralizaba a mis espaldas
Más no poder avanzar
De un canto suntuoso en el aire
Más no poder creer
Que era el alba disfrazada de noche.

Y sentía que gastaba mi tiempo
Se me escurría como agua entre mis dedos
Como sabor en el paladar
Gastándolo tímidamente en una poesía olvidada
Y sentía que me gastaba.

Ya más no poder acariciar de la misma forma
Donde el tacto se convierte
De seda a escalofríos, de escalofríos al miedo
Y la soledad me abrazaba de una forma distinta
Como flores a la luz, como luz a la sombra.

Y sentía que me cuidaba
De las voces del olvido y el pesar
Del sentido inicuo espiándome tras un espejo
Y olvidando que olvidaba
Y sentía el frío de que están hechas las cosas.

Seducciones como cielo al ave
Como lenguaje a la expresión
Era mi ausencia resentida
En el lugar ausente desde las distancias inexistentes
Era sumido en una total aflicción súbita.

Y sentía el dolor inherente
Del no saber un sentir sabido
Bullado de gritos ahogados y silencios caóticos
Abandonado, incluso, de la cordura sicótica
Y sentía la deleznable duda sobre mí.

Y sentía el más no sentir
Cuando el mundo calla y tú continúas volando en el ruido
Cuando floreces y el aire no te toca
Y sentía, entonces, la pasión hacia ese polen olvidado
Cuando despiertas extrañando algo incierto
Cuando visitas por fin tu alma ensimismada sangrando esperanzas
Y sentía mi alma
Y sentía mi vida
En el valle endulzado rebozante de minutos fugaces y calvarios melodiosos
Donde hay un vacío en el tiempo ocupado por mi parafernalia.

lunes, octubre 31, 2005

Noción penumbrosa de lo abstracto.



Sintiendo todo tan escaso
Lo común, particular pero no lo abstracto
Ni siquiera yo puedo sentarme en mi regazo
Es que actúo como ellos y por eso me retracto.

La vida es a veces sin palabras
Lo tomo, enmudezco y espero
Lástima que muchos se guíen por parábolas
Y es así como se convierten en embusteros.

Encuentro el cilicio que yo no he puesto
Porque quiero danzar con valores y nobleza
Una gitana me ha dicho que alguien de mí quiere lo opuesto
Pero no importa, traspaso barreras y encontraré mi condesa.

No entiendo lo mágico e irreal
Se posa sobre mí perturbando mi andar
Aunque siempre supe que no todo era terrenal
Por eso camino cantando, sintiendo el llorar.

Es el raro existencialismo
Y las nociones del pesar
A cada alba me pregunto a si mismo
Con que muerte me voy a casar.

Y pensar que vivo para proyectar
En el camino miro, siento y olvido
Esperando algún día el concretar
Es que la verdad pide limosnas sin ver el sentido.

Dar a luz en cada momento es el incentivo
Correr, caer, mirar y observar
Es como nos sentimos vivos
Porque de algún lugar la muerte nos mira sin dudar.

domingo, octubre 23, 2005

No hay más.


No hay más que sumergirse… en hojas roñosas, bajo la pluma del pesar y besar las estrofas del incierto paradero de nuestras lágrimas, que así como nacen, mueren en el intento de existir… es como la palabra lágrima, que se extienden bajo la cornisa porosa y se vuelven surrealistas al acariciar la pesadumbre de la subsistencia, temblando como entes, queriendo ser no siendo, siendo no ser, pero presentes, titubeando un bosquejo indefinido, amedrentadas por el presente no escrito o escrito con letras ininteligibles sobre el regazo de la estipulación.
No hay más que dejarse… dejarse en el paradero de la lluvia copiosa y seca, dejarse en la niebla de lo implícito y tácito, dejándose ver, pero no dejándose llevar, ya que las luces llaman, la estirpe involutiva te acaece con lamentos y ataques de dignidad indignos y superfluos… ¿qué hacer? Es la tierna sombra de la nobleza que hace sentirse humano, como llorar sin hacerlo en el lugar del homicidio premeditado de las constantes palabras y hechos, desechos en sinceridad, opacados en expectativas, desdeñados de situaciones reales.
No hay más que continuar… con la novela del más agónico realismo y seguir siendo protagonistas hundidos en el diario vivir, acabando los días, las horas, las palabras hasta la concesión de la muerte, que se nos avecina de manera indudable y concreta y que por mientras lucharemos con el denso antagonismo de la vida, que nos consume y explora, que nos remece y nos quita, que nos ahoga y desahoga, que nos envuelve y desenvuelve, así como capullos vacíos, aferrándonos a lo que mañana se va.
No hay más que escuchar… el silencio sordo que grita y grita, que nos habla, que nos conversa y nos cuenta, nos cuenta eso que no sabemos, porque quien no escucha el silencio está sordo y por ser sordo escuchamos las bajezas dejándonos llevar por una ilusión, que se ilusiona con llevarnos a esa solana indiferente que termina, después del calvario, en el lugar del homicidio cierto de nuestras voces.
No hay más que callar… porque la vida habla sola, nos habla y nos enseña, nos educa y nos conmueve, nos atrapa y nos obliga a seguir corriendo por los callejones del mundo para que el tiempo, el pasado, no nos alcance y no nos envuelva en su manto añejo. Así es. Callar porque nuestro cuerpo habla por sí mismo, empujándonos a dar un paso al suelo inexistente más allá de nuestros pies. Ese futuro. Que tampoco existe. Aunque lo grave es que se encuentre la posibilidad de que si exista, que se haga real, con nosotros como protagonistas de la incierta pesadumbre redundante en tratar de dar nuevamente otro paso al suelo que no se ve. Callar.
No hay más que conmovernos… con el abrazo de la vida, que nos energiza tiernamente entregándonos lo que nunca podríamos haber pensado, sensibilizándonos con el paradigma intrínseco, allanado por los placeres pasionales alejados ciegamente de la órbita de la razón. Ese abrazo, cálido y fraternal, sembrador de la semillita en nuestro corazón, que convierte nuestros campos en esmeraldas fantásticas e infinitas. Ese abrazo, que nos mitiga las neuronas y nos hace hervir la sangre.
No hay más.

sábado, octubre 15, 2005

Personitas versátiles


El siniestro capullo de los pensamientos nacen y mueren, todo un ciclo, como la vida, así es, piensan y se retrasan, como simios retrógrados, como un sol asustado titubeando al salir después de la linda noche... ¿Porqué?... ¿Qué es lo que nos apasiona? ¿Qué es lo que nunca logramos asimilar? ¿Qué es lo que siempre se torna versátil?... ¿Qué?
Siempre volvemos al mismo punto, siempre retornamos al mismo punto, ya sea de distinta manera o mejor o peor, pero volvemos... todo sea porque la vida es cíclica, sin embargo, debemos regresar a ese punto preparados y conscientes, atisbados a la evolución, proclives a esa evolución, teóricamente. Evidentemente, ya que no podemos por ningún motivo dejar, permitir una pequeña involución. Cuando las estrellas traspasan su mandato al cielo azul y etéreo es donde debemos estar... ¿para qué? Para permitirnos un duelo de la oscuridad alumbrada, de la oscuridad superficial, de la oscuridad negativa, cínica y con tendencias a la luz avasalladoramente ciega y equivocada que nos habla de una fe ciega, que nos habla de una confianza desconfiadamente confiada superflua y errónea... ¿Por qué? Porqué no es lo esencial, no es lo que mueve nuestros corazones, no es lo que mueve realmente y sintientemente nuestro cerebro sentimental... ¿Entonces? ¿Volver a la eterna disputa entre razón y pasión? No, esta ves no, ¿Por qué? Porque no es el tema en discusión, no es el punto al cuál queremos indagar... eso, realmente no conviene a este dialogo, a este confín, a este límite, a esta profundidad secuestradora de emociones encontradas, a esta insondabilidad de valores desenfrenados por un estupor repentino de la tierna situación huérfana y única, que nos trae un maldito calvario diario.
Acabo de divisar la existencia de versatilidad en los pensamientos, adheridos a la situación de turno, inherentes al naciente y siempre distinto momento… ¿es que no nos damos cuenta?... todo depende, todo es relativo, todo es inestable; ¿entonces no podemos tener pensamientos elocuentemente consecuentes? ¿No podemos tener pensamientos basados a una misma postura? ¿Es que somos como rémoras a la conveniencia? No me parece esto, pero pasa constantemente o siempre ha sido así con nuestro conocimiento y consentimiento o también, inconscientemente, camuflados en la sombra efusiva del irracionamiento, actuando inadvertidamente, repentinamente, de manera soslayante a nuestro discernimiento o juicio, así es, como también no lo puede ser; es y no es, usualmente es y no es, ciertamente es y no es, teóricamente es y no es, prácticamente es y no es, da alusión a algunos y a otros no… que antagonismo, ¿no?
No nos estamos refiriendo a caretas, no nos estamos refiriendo a banales engaños, no nos estamos refiriendo a jueguitos tontos, no nos estamos refiriendo a patologías, no nos estamos refiriendo a impulsos irracionales… es menester mencionar que así como no existen las coincidencias ni las casualidades, no existe una versatilidad inconsciente con respecto a los pensamientos refiriéndonos a posturas, composturas, juicios, actitudes, etc. todo, eso insano y sin vergüenza, plegado y mortificado tácitamente como rémoras a la conveniencia, evidenciado de forma sutil y ordinaria… ¡versatilidad!… que indigno… se necesita hablar de evolución, no de amplitud revocable.

jueves, octubre 06, 2005

Encuentro. (Cuento)

Un encuentro casual, una coincidencia fuera de la coherencia diaria, inesperada, absolutamente inesperada, que varía de lo calculado a lo inverosímil. Fue en esos días en que esperas desesperadamente a que llegue el mañana para vivir algo distinto, para sentir como se mueve el mundo de una manera distinta a este día, día nefasto, sin penas ni glorias; un día sin vida.
Fue algo increíble, un día caído del cielo y que, sin duda, cayó del cielo cuando debería haberse quedado allí. Me acuerdo y es como si lo estuviera sintiendo, como si estuviera en ese día viviéndolo, disfrutándolo, jactándome. Pero también lo siento incoherente, ridículo y descolgado de la vida, anormal en todo sentido. Un encuentro con lo adverso.
Me acuerdo como, al despertar sentí que ese día ya era diferente, no sé porqué, pero sentía que iba a hacer así. Detrás de las cortinas un sol radiante y esplendoroso quería alumbrarme, irradiarme de energía, de calor y así obligar a darme una ducha de agua helada, pero esta ducha tenía que ser especial porque era un día especial.
El agua cálidamente helada me caía tiernamente por mi cuerpo acariciando con paciencia cada vello en todos mis rincones, desde mi cabello hasta los pequeños pelillos en mis pies. Trago agua, trago agua, está muy sabrosa, la siento como va helando mi esófago. Esta bien, estuvo bien. ¿Dónde dejé mi bata? No importa, salgo desnudo. Que bien se siente pasearse desnudo por la habitación, pero sin que esté mi mujer, sino completamente solo. No sé, es como si de todos modos hubieran muchas personas observándote, vigilando cada paso que das, fijándose en cada detalle de mi cuerpo. Siempre tuve la sensación de que pasearse desnudo solo en la habitación era… no sé, incómodo, me sentía intimidado, ¿de quién? pero este día era diferente, ya no me sentía intimidado sino lo contrario, me sentía feliz de sentirme observado para así mostrarme y demostrar que este es un día especial. Vean no más, vean no más, este soy yo, el señor Santibáñez.
EEE… se me escapó un pequeño detalle. No está mi mujer, pero eso no quiere decir que no esté la mucama. En realidad no me importó mucho, es decir, el susto se lo llevó ella, aunque no por desprecio a mi cuerpo porque todavía no tengo las carnes sueltas, ¡si solo tengo 40 años! “Señor Santibañez… disculpe, no… no sabía que Ud.…” “No te preocupes Matilde, descuida de inmediato me visto”. Una anécdota para contar. Aunque no se si la cuente. En este momento la “señorita Matilde”, solterita y enterita, voluptuosa y joven, debe de estar con el rubor de su rostro extasiando todo su cuerpo y con el correspondiente énfasis en sus partes intimas, que después de esto me toca a mí conocer, explorar, colonizar e incluso apropiar, ya que con el tiempo he notado una nebulosa de orgasmos en sus ojos, grandes y con una leve tendencia china, estirándose por su piel blanca y pura, sin kilómetros recorridos. Sus 21 años no han sido de sexo, eso lo doy por firmado, reconozco a las vírgenes como ella, nerviosas, con un deseo sexual candente y listo a proyectarse por el sendero que cubren esos prominentes labios púbicos y que en lo particular están dispuestos a cederme la entrada, esa pequeña entrada que con la práctica, bajo mi tutela por supuesto, abrirán cada vez más su telón de carne.
Bueno, ya habrá tiempo para eso, ahora iré al comedor a tomarme un capuchino con unas tostadas y a reírme del nerviosismo de mi deseada mucama. Ya me imagino esas manos de dedos largos temblorosas y sudorosas al servirme mi café, jaja, y yo muy tranquilo leyendo el periódico mirando de reojo ese par de “everest” que tanto me gustaría incursionar.
Pasa tanta cosa en esta ciudad... a ver... ahora se muere el alcalde... que más, que más... pillan a una banda de narcos bolivianos en la aduana de Iquique... estos huevones ya no saben como entrar la coca a nuestro país, ahora hasta se la comen para poder entrarla...jaja, huevones igual los pillan... vamos a ver qué dice por acá... siguen apelando por el royalty a las mineras... recién ahora vienen a apelar... ¿porqué no les cobraron a los gringos cuando eran dueños de todas las salitreras?... uy uy uy... le dan 10 años a los patos malos que asesinaron a un sereno de una construcción en el lado norte... esta reforma... menos mal que estoy de vacaciones, no estoy de ánimo para asesorar a nadie... a la única persona que asesoraría en este momento es a mi mucama de grandes nalgas... le leería sus derechos de virgen... y la asesoraría en su derecho de perder esa condición... podría ir a ver al cine alguna película interesante... que hay, vamos a ver... “Buscando a Nemo”... eee, creo que no... “Todopoderoso”... no me suena... “Destino final II”... mejor no voy... ¿qué dirá mi horóscopo?... nunca he creído en eso, pero leeré a ver qué dice... si va a formar una relación seria sea cuidadoso, no es tiempo para eso... parece que no es mi signo...¿cuál era?... ¡ah!... dinero, sea cauteloso en administrar sus bienes, no se confíe... de veras, mmm tendré harto cuidado... amor, cuidado con las aventuras pasajeras, podrían pasarle una mala jugada... esto se pone interesante... se cuidadoso con las personas más cercanas, podrían descubrirlo en algo que no les guste... ¡qué farsantes!
¿Qué le pasa? No se a aparecido a ofrecerme algo, la llamaré. Ahí viene, ¡que caminar! Cada día se sube más la faldita, no me había dado cuenta, sus muslos son casi pálidos, pero deseables obviamente y digo obviamente porque quien se puede resistir a tamaña santidad con cuerpo de tentación, nadie.
“Aló, buenos días, me comunica con Emilio Cruchaga, por favor.” “¿Quiere pedir hora?” “No, comuníqueme con él, dígale que es Raúl Santibáñez.”Un momento por favor...” “Aló, Raúl.” “Como estás Emilio, tantas lunas” “Estoy bien gracias ¿y tú?” “Bien también, ¿cómo está la familia?” “Bien también, Mariana ha tenido algunos problemas de salud, pero nada grave por suerte. ¿Y tu mujer?” “ Súper bien, ahora está de viaje, llega el jueves.” “Ah, que bien. Te quedan pocos días de soltero ¿no? Jajaja” “jajaja, así es, hay que aprovechar las oportunidades de la vida, ¿o no?” “Me parece bien. Bueno, supongo que recibiste mi mensaje” “Así es.” “Bueno, en realidad quiero que me hagas un favor. Mas tarde tengo que realizar un viaje de urgencia y te quiero pedir si me puedes ir a dejar al aeropuerto, ¿puedes?, a las una de la tarde sale el vuelo” “Si, no hay problema. Ahora que estoy de vacaciones me sobra el tiempo” “Que bien, entonces me pasas a buscar a mi departamento, estaré listo” “No hay problema, nos vemos mas tarde” “Gracias, chao”.
“¿Va a salir señor?” “así es” “¿viene a almorzar?” “en realidad no sé, pero prepárame almuerzo por si acaso” “está bien señor, hasta luego” “hasta luego”.
Pucha que hay tráfico. Me cargan las micros, se cruzan a cada rato las muy patúdas. ¡Ya pues, muévete! ¡qué me importa, está en verde!
“¿A que hora me dijiste que salía el vuelo?” “a las una” “estamos bien entonces”. “Oye, el Bernardo me mandó su último disco” “ah, en serio” “si, igual es bueno” “¿Y cuando viene a Chile, sabes algo?” “no sé, no hemos hablado, solo me mandó el disco” “y a mí, con el pueblo no más” “¿a que te refieres?” “que ni siquiera manda saludos. Por lo menos que pregunte por mí, pero ni siquiera eso” “ah, pero no es tan así, si conmigo no ha hablado y con respecto al disco, quizás no te ha llegado todavía” “ja ja ja, no creo. Pero bueno ahí se ven los amigos” “no exageres, oye... oye, Raúl ¿te enojaste?” “no, por supuesto que no, solo que... mejor hablemos de otra cosa, ¿está bien?” “si tú lo dices”.
“Todavía es temprano, te invito un café” “¿seguro, no vas a perder el vuelo?” “no, pregunté y todavía no ha llegado el avión, viene con retraso” “bueno, vamos entonces a la cafetería”.
“Se me había olvidado que en los aeropuertos modelaba tanta belleza” “es cierto, te acuerdas cuando éramos más jóvenes, no viajábamos, pero veníamos solo a conquistar azafatas, ja ja ja” “ja ja ja, si. Eran buenos tiempos” “¿y que pasó con esa azafata que anduvo contigo bastante tiempo?, ¿Lisette se llamaba?” “creo que si. No sé, no la he visto, pero me gustaría verla, ja ja ja” “como sabes si la ves aquí. Oye Raúl, todavía tienes hasta el jueves para ser soltero” “buen punto, sería una buena alternativa” “ese es mi vuelo, ¿bajemos?” “vamos”.
“Hasta pronto, que te valla bien. Cualquier cosa me llamas” “esta bien, gracias, nos vemos”.
Esta si que es buena. En verdad no me lo esperaba. Parece que este día recién comienza. Ese Emilio me trae buena suerte. Mmm... y está mejor que nunca, ok ya me vio. ¡Que sexy! Ojalá no tenga vehículo.
“Lisette Maldonado, como estás” “que tal, tantos años. No esperaba verte aquí” “aquí nos conocimos, ¿no te acuerdas?” “si, es verdad. Que bueno verte. ¡Estás más guapo!” “gracias, tú no estás nada de mal” “tan galán como siempre” “¿te llevo?” “bueno, así aprovechamos de conversar” “que bien, vamos”.
“¿Bueno y que dices?” “esta bien, vamos”.
Extrañaba este cuerpo, uno de los pocos que extraño. No sé porqué, ella tiene algo especial que me atrae mucho más que cualquier otra mujer de mi notable soltería. Bueno, aparte de su físico obviamente. Mmm... esos labios, tan... carnosos, suaves, rojos, exquisitos, sabrosos... para qué hablar de su lengua, magistral, húmeda, de movimientos precisos y apasionados. Que rico, me gusta que me besen el pecho... así... exactamente así... es mi turno. Mmm... sus senos blancos me recuerdan... la cordillera, así es, la cordillera, blancos, grandes y puntiagudos. Y la cima, rozada, con su aureola de tamaño perfecto, no me gusta muy extenso. Ella se posa encima de mí, mientras que yo comienzo a explorar todos sus rincones con mis manos. Tiene buen movimiento de caderas. Mira constantemente el techo, con espejos, al mismo tiempo que se queja con un gozo extremadamente extasiado, casi eterno, mordiendo sus labios, apretando mis brazos, mis hombros, desordenando mi cabello. Yo beso sus dedos, masajeo sus senos, tomo sus nalgas y las aprieto, ayudándola en su incansable técnica de caderas, cada vez más sofisticada. Ahora la tomo y la acuesto, me toca a mí mostrarle mi gran movimiento pélvico. Beso su cuello... qué aroma, me hipnotiza, me vuelve loco. Y el olor en sus cabellos tan cautivante, encarcelador de mi sentido del olfato, atrapado en esa cabellera larga, suave, brillante y de un color marrón. Siento su gemir en mi oído derecho, mas bien entra por mi oído derecho recorriendo todo mi interior dejando un escalofrío orgásmico en cada célula de mi cuerpo. Ahora si que grita, ahora si que grita... yo todavía no me canso. “¡No me rasguñes la espalda!” “disculpa... es que...” “shhhh, no hables. Solo siente...”. Todo su cuerpo suda, el mío también. Mis manos se resbalan por sus piernas, sus manos se resbalan en mi espalda esparciendo todo mi sudor. La temperatura aumenta vertiginosamente, ya es imparable, mi orgasmo es imparable, lo siento venir, el placer aumenta rebozando la realidad, el éxtasis electrifica mi sangre. Ella me envuelve con sus piernas. Mi orgasmo ya en vida atraviesa su cuerpo y la contagia. Paralizaría este momento, lo haría perpetuo. Su agitación parece calmarse, la mía también. Ahora el descanso, la abrazo, ella me abraza, coloca su cabeza en mi pecho, yo cierro los ojos, la acaricio. Los dos desnudos sobre la cama, prendo un cigarro, la guinda de la torta.
“Raúl” “qué” “estuviste genial” “gracias, cuando quieras” “ja ja ja, que bueno saberlo”.
No es muy tarde, leeré un poco antes de comer. No sé que haría sin este sillón, mí sillón, tan cómodo, es perfecto. Su aterciopelo negro está hecho para mí, para leer y junto a la mesita para dejar el cenicero y como no, mi Jack Daniel’s.

“Don Raúl, llamó la señora” “¿así?” “si, le dije que usted había salido y que no sabía a que hora iba a volver. Parecía muy apurada, no me quiso dejar ningún recado. Lo único que le entendí es que parece que iba volver antes de lo previsto” “esta bien, gracias Matilde”. Tengo que aprovechar antes que llegue Andrea para asesorar esa santidad que tanto me hace ojitos. Cada vez la veo más deseosa, esperándome, a punto de sacarse la primera prenda.
Se apaga la luz. ¿Qué pasa? Unos tacos se acercan lentamente. No me muevo. Los pasos han cesados, detrás de mí. Siento una mano en mi hombro. No me muevo. Comienza a deslizarse en torno a mi pecho. Ahora la otra mano, me acaricia el rostro sutilmente. Comienza a excitarme. Tomo sus manos y las acaricio. Me besa el cuello, me besa el rostro y comienza a respirar en mi oído. Tomo su rostro, pero saca mis manos. Ella lleva el control. Me gusta así. Me desabrocha la camisa, juega en mi pecho, baja y baja, pero se detiene en mi abdomen. Ahora sube y sube, roza con la yema de sus dedos los vellos de mi pecho, ahora los sube a mis labios rodeándolos, los toca, los acaricia. Se va. ¿? Se acerca nuevamente. Toma mi cabello, lo desordena, lo besa. Me venda los ojos. Que interesante. ¿Con qué? No importa, no es lo primordial. Se acerca y se sienta en mi pierna derecha. Nos besamos, me besa. Mmm, besa muy bien. Acaricio sus piernas, al desnudo. Se levanta. Me levanta. Me toma de la mano y me lleva a la habitación, eso creo. Así es. Me tira de espaldas a la cama. Se monta encima. Le saco la blusa... y comienza el movimiento de caderas. Quiero llevarla a ella de espaldas a la cama. No me deja. Al parecer quiere terminar así. Es excitante hacer el amor con los ojos vendados, pero de todas maneras me gusta observar cada detalle de este tipo de actos coloquiales. Me saco la venda, pero la habitación esta oscura por lo tanto la situación sigue igual, con ella montada encima mío y yo excitado al máximo. Pasa un tiempo no estimado y al parecer a sido largo. Ahí viene, ahí viene...
- Matilde.
- ...
- Matilde.
Debe estar cansada. Iré a buscar un cigarro. ¿Dónde los dejé? ¡Ah!, en la sala. Matilde dejó la luz de la cocina encendida, la iré a apagar. ¡¡Pero...!! ¿Matilde? ¿Cómo...? “¿Qué le pasa señor?, ¿se siente bien?” “ ¡¡pero... que haces acá!!, ¿tú no deberías estar...?”. Regreso corriendo al salón... esto no puede estar pasando... ¿Y esas maletas?...

miércoles, octubre 05, 2005

Incertidumbre cierta, certidumbre incierta.


¿Qué sacamos con aferrarnos a algo, cuando todo está parado sobre lo incierto y con matices erráticas? Según esta tesis: ¿cuál sería el sentido? Podría responder. El sentido es aferrarse al presente y proyectarse hacia un futuro, ya sea lejano o cercano. Pero, no podemos andar por la vida sólo aferrados a un presente, permitiría una situación caótica con respecto a esa supuesta proyección y seguiríamos en lo incierto del incierto futuro y, creo que a esa incertidumbre hay que hacerla cierta y no comprenderla como cierta cuando ya es cierta, sino hacerla cierta respecto a lo que nosotros queremos como certidumbre. Ahí viene la tormenta. ¿Y si nos llueve lo errático? Ya sé, ya sé… pararse porque las cosas no se han acabado y hay que seguir luchando contra la adversidad… pero eso no nos dice algo, eso nos dice nada… ¡entonces! Reitero: ¿qué sacamos con aferrarnos a algo, cuando todo está parado sobre lo incierto y con matices erráticas? ¿Correr el riesgo? ¿Pensar ciegamente en aferrarse a las cosas creyéndose seguras de permanencia y sin errores? ¿Aferrarse a algo como convicción que es lo único que se puede hacer estimulando una felicidad enmascarada? ¡No! Hay un sin manejo de situaciones en lo que respecta a nuestras posibilidades, a nuestros propios límites; por lo tanto, no hay nada más que hacer que dejarse guiar por la voluntad de la incertidumbre que es… lo que no queremos, por supuesto. No obstante, eso está claro desde ya. Luces que esclarecen lo esclarecido, oscuramente súbito, en el sueño más extrañamente presente en lo enrarecido de las imágenes que se presentan ante nuestros ojos como vagos colores distorsionados, haciendo alusión a lo que es y lo que no es, de lo cierto e incierto, de lo banal y profundo, de la verdad y la mentira, del dolor y la agonía, de la oscuridad y la sombra, de la sombra a la oscuridad; que te acogen de la manera más maternal posible, sirviéndote un trago, ofreciéndote un cigarro, para poder apaliar las complejidades y para asegurarte que son parte de tu vida y no solo como un concepto, sino como metáfora a tu vida, como literalmente da a conocer el concepto en ti… ¿y qué hacer? No puedo redimirme de la informalidad en que me refiero… tampoco puedo librarme de la responsabilidad que me compromete a darle vueltas al asunto… no es que se me hallan acabado las palabras, sino que no hay concepto a erigir coherentemente, o por lo menos no soy la persona indicada para aquello… ¿incierto?... ¿errático?... ¿futuro?... ¿aferrarse a lo incierto?... ¿conteniendo matices erráticas?... disimular el olvido… disimular el dolor, la soledad, la agonía, la estancia sobre la nada, parado sobre algo que no se sabe si es, comiendo incertidumbres correctas o banales, caminando sobre el terciopelo áspero de la ceda incierta, simplicidades en la palma de la mano como correcto concepto racionalista con aires sensacionalistas de un autocentrismo intransigente, ¿o una pasión desenfrenada a los pies del abismo incierto? Ya no me refiero a un vacío, ya no me refiero a la nada como posibilidad cierta de esta condición, ya no me refiero a una pasión alocada que varía desde la inmadurez al masoquismo, es… una pasión desenfrenada a los pies del abismo incierto. Pasión desenfrenada, estamos de acuerdo. A los pies del abismo incierto, también, ya que no sé que pasará con este abismo, que es distinto, es incierto, podría sentir nuevamente la vesania descontrolada de una impotencia con respecto a lo requerido y necesitado impetuosamente, sanamente, pasionalmente y sinceramente. O podría caer en el odio de amar consecuentemente cayendo desde ese abismo que puede ser interminable hasta el punto de encontrarme cara a cara con ese amigo que me ha visitado un par de veces: la muerte. Quizás no como muerte en sí, sino como muerte de los sentidos temporalmente, por tiempo indefinido, siendo un parásito de la condición vegetal de mis sentimientos y sentidos, viendo cada neurona, una a una, caer como estrellas fugaces al amparo de mi caos irreversible hasta provocar un nuevo Big Ban… pero ya no estamos hablando de solo una pasión, la pasión ya pasó a ser parte de este nuevo mundo en mí, que contempla la pasión como un factor adicional a la gama indescifrable de esta intangibilidad inusual que conforma cada milímetro de esta tierra para conformar lo que siento. Siento, palabra corta, resumida e insondable de lo que queremos expresar fácilmente. No podría explicar detalladamente ese mundo de intangibilidades que se adentraron en mi vida. Siento, para resumir. ¿Estamos adheridos como rémoras al masoquismo intrínsecamente? Al parecer, si. ¿Y que pasa con las personas que no quieren aceptar ese masoquismo? ¿Y qué pasa con esas personas que saben que es así pero se escapan de ello de la manera más indigna? ¿Qué pasa con esas personas que no aceptan este concepto y recurren al dolor individual como sacrificio a sus “supuestas maldades”? ¿Qué pasa con esas personas, ciegas de lo burdo y amigas de lo ingrávido? De eso que no tiene cabida ni en el racionalismo ni en el romanticismo, de esas que no advierten una proyección cierta de lo que realmente quieren como certidumbre… que más da… la solana del impredecible clima nos llueve sumergiéndonos en un vaso de agua, fácil, corto, sondable; pero es aparente, ese vaso de agua es en realidad nuestra propia irrealidad indudablemente real que tiene tonos distractores… en realidad es un mar, insondable, impredecible, con un oleaje indómito, que parece ser infinito porque solo ves lo que tus ojos te permiten… pero sabemos que eso no lo es todo… por lo tanto, a la luz de la primicia, en vez de buscar una respuesta coherente y sólida… la respuesta es: ¿qué sacamos con aferrarnos a algo, cuando todo está parado sobre lo incierto y con matices erráticas?... una ves lo dije, pero lo vuelvo a reiterar: nuestras respuestas están en nuestras propias preguntas… no hay nada más que hacer, en el mundo de la incertidumbre somos casi la nada, juguetes de las estipulaciones y entregados a los muchos caminos que contienen un final o la desaparición…

lunes, octubre 03, 2005

¿Te das cuenta?


…¿Ves? ¿Ves como laten mis ojos al mirarte?... ¿Sientes? ¿Sientes como mira mi corazón al tuyo?... ¿Oyes? ¿Oyes como mi mirada grita mis impulsos?... Mi sangre fluye y fluye… tu silencio mudo y mudo, mis ojos abiertos a contemplarte, a contemplarte abriendo sus pupilas, ventiladas plácidamente por tu belleza, que se posa en mi retina y que no debe salir y que no quiero que salga… ¡y que tú no quieres que salga!... Tu sangre ha cambiado el flujo, dirigiéndose hacia mí, dirigiéndose hacia mi entorno y contorno y mi contorno se adhiere a tus pensamientos, como sincera sonrisa a tus labios, que cambian de sabor al pensar en los míos y estos cambian el suyo al imaginar los tuyos, al imaginarlos acercarse poco a poco, saboreando la corta distancia, magnificando cada segundo, impacientándose en cada milésima y mirando el deseo puro, los dos, atraídos por la grandilocuencia de lo implícito y secreto, los dos, atraídos por el estupor repentino e incansable de la magnificencia natural e ingenua suprema a nuestras razones… ¿Percibes? ¿Percibes que somos condenados?... Condenados a mirarnos, condenados a acariciarnos, condenados a abrazarnos, condenados a no alejarnos, condenados a besarnos, condenados a suavizarnos mutuamente nuestras pieles, pieles adherentes, pieles incansables, pieles inherentes, pieles inseparables, pieles que se hablan, pieles que se acarician sutilmente, pieles que se besan, pieles que se miran… estamos condenados a ser vasallos de nuestros impulsos, estamos condenados a reflejarnos el uno a al otro, estamos condenados a ser condenados… ¿Piensas? ¿Piensas que mis pensamientos piensan en ti? Si, lo piensas y yo también lo pienso… es así… si, si oigo como tus pensamientos llaman los míos, haciéndolos callar por la magnitud de estos, que piensan y piensan… piensan y piensan en… palabras banales… no las quieres pensar, ¡entonces no lo hagas!... siente la melodía del ronronear de nuestras pasiones, siente que el mundo se está acomodando a nosotros, siente que está cómodo, cómodo al abrigo de nuestro abrazo, cómodo sentado en nuestro regazo, acostado en nuestros pechos, acariciado por el dulce tenor de nuestras miradas, que se toman de las manos para volar por donde tú quieras, para volar sintiendo la brisa aterciopelada de lo que nuestra ternura emana… ¿Te sientes? ¿Te sientes desvanecer junto al sonido suntuoso del roce de nuestra respiración?... ¿Alcanzas a ver la luces que aspiran nuestros sentidos y nos expiran sintiendo que estamos juntos?... el disimulo no tiene cabida, las miradas mudas nunca existieron… los labios que se movían sin hablar cesaron en el momento en que nos miramos directamente a los ojos profundizando la profundidad verdadera y emanando desde nuestros suspiros, la pasión verdadera…

sábado, octubre 01, 2005

Secuestrado por la noche.


¿Un grito al vacío?... creo que ya lo he hecho antes… ¿un grito por un vacío?... creo que también ya lo he hecho… ¿entonces que? El secuestro siniestro de nuestras voces que despiertan al calor de la noche, noche de insomnio, noche de imágenes desgarradoras que sucumben cuando cierro los ojos, en esta noche, noche tétrica, noche de interminables palabras que bajan desde la habitación yerma, desde ese zumbido insaciable, desde esa insaciabilidad sombría que cae zumbándole a mis oídos que es de noche, esta noche, noche viva, noche cálida, noche de estrofas al miramiento ciego legado a los ojos del mundo que miran esta noche, noche muda, noche silenciosa, noche oscura que esclarece el ritmo típico del sonido infaltable para esta noche, noche apasionada, noche emocional, noche mimetizada con mis pupilas entregadas a la vesania desatada, desatada por el desenfreno acústico de mi captura, en esta noche, noche inusual, noche atípica, noche casualmente al destape funcional de la sincronización de mis neuronas, que piensan en esta noche, noche limitada, noche sondable, noche susceptible a la resignación serena por una pérdida, la pérdida del tiempo, que avanza y avanza perdiéndose cada vez más en esta noche, noche corta, noche regresiva, noche absoluta, noche evasiva, noche resplandeciente de mis temores más inusitados, noche de mis razonamientos más banales, noche de mis impulsos más insospechados e insaciables, noche escurridiza, noche discontinua, discontinua por el implacable ardor del vacío del tiempo, que golpea nuestra consecuencia, haciéndola sentir su ironía, espantosa, graciosa, preocupante y desconcertada, como esta noche, noche de ensueños, noche de recuerdos estúpidos que se pasean por las paredes de este lugar dejándose escritos con tinta melancólica, dejándose implícitos con memorias rígidas e inalcanzables, inalcanzables como esta noche, noche divina, noche terrenal, noche hermosa, noche extraña, extraña como el deseo de los cuerpos con vida, extraña como las ganas mudas de la atracción sin vergüenza, extraña como los movimientos del mundo en concordancia con la naturaleza irreal de lo explícito, explícita como esta noche, noche siniestra, noche angelical, noche durmiente en el regazo de la profundidad enloquecedora y suspicaz, intransigente y sagaz, transparente y visible, como esta noche, noche de euforia, noche improvisada, improvisada como los pensamientos que nacen y mueren en el intento de convertirse como tal, improvisada como los instintos que sueñan en convertirse en el ruiseñor de un supramundo ligado indómitamente a un inconsciente disimulado que corre por nuestras venas, sangrándole a nuestro cerebro, fabricador de todo lo que queremos oír, ver y sentir, fabricador del miedo que nos hace acongojarnos en las faldas de la intangibilidad, cuando ella nos roza el cabello, o cuando ella nos habla al oído, o cuando ella nos escarmienta los sentidos, o cuando ella nos mueve el cielo, haciéndolo llorar, haciéndolo reír y respirar, suspirar y mentir, enojar y temer, desconfiar y amenazar, haciéndolo profundo, interminable, indescifrable, infinito, precioso, armonioso, misterioso y lejano, lejano, como esta noche, noche cercana, noche especial, noche despierta, noche alegre, noche melancólica, noche resignada, noche oculta, noche lóbrega, anochecida por esta noche que ha secuestrado mi voz, mi razón, mis impulsos, mis instintos, mi silencio y mis recuerdos, así como también… mi grito al vacío…

martes, septiembre 27, 2005

Ausencias



Miro ausente la ausencia de mi mirada, clavada en paradojas y en el miedo, en el miedo de la ausencia permanente de mi mirada, que permanece ausente en este momento, permanece ausente dentro de la ausencia de lo que no está y que lo peor de todo es el no saber de lo que no está. ¿Cómo saber que es lo que no está, si, indudablemente no está? ¿Qué pasa cuando se extraña algo que no está, pero no se sabe que es? No entiendo a que viene esa incertidumbre, esa incertidumbre tan inusitada y tan extraña y tan alejada de lo coherente. Pasa, así es, está pasando constantemente, pero cuando uno se da cuenta ahí es cuando el mundo comienza a girar contrariamente descolocándote de tu lugar, desconcertándote de tu ubicación en este momento en el tiempo. Es como si tus ojos se voltearan mirando algo que no deberían mirar, la nada. Y esa nada, que hace complejas conjeturas de tu realidad, mostrándotela de manera irreal, pero por ningún motivo utópica, sino irrealmente posible, irrealmente real, irrealmente irreal ante la irrealidad de tus irrealidades más reales y concretas. Toda una susceptibilidad de intangibilidades ante tus ojos que miran la nada inmersa en tu realidad. La paradoja de lo que es real e irreal. ¿Qué es real y qué es lo irreal? Lo real es lo irreal, porque se te hace tan inverosímil pensar que tu realidad es así que se torna irreal, pasa a ser tu irrealidad. Por lo tanto tu irrealidad, al ser esta inconcebible, o lo que por teoría es inconcebible, va detrás o inmiscuía en tu inconsciente, pereciendo en el disimulo. Se entiende tan irreal que se pasa por alto, como una aberración a lo concreto, pero a veces lo concreto no es lo real, sino lo intangible que está sobre nuestras cabezas, nuestro supramundo que vive en nuestro inconsciente o en los sueños que se presentan cuando mantienes los ojos abiertos, así como imágenes sin ver, como imágenes sobre puestas a la mirada, que miran la ausencia, que miran la paradoja de mirar sin ver, que miran lo que no está, estando en la ausencia, participando en la nada de lo concreto y yuxtapuesto a tus pupilas ciegas, que sienten cuando algo falta, no lo ven, pero lo sienten como un estupor creciente, naciendo de un brillo en la oscuridad que se presenta frente a ti, frente a tu ceguez, es, esa ausencia de lo que está remotamente ausente sabiéndose como tal, ausente. ¿Y por qué se sabe ausente entonces? Es, por tu inconsciente que lo sabes, es por que tu irrealidad se hace presente, mostrándote lo concreto, que es, la ausencia, el camino ausente que has de olvidar en algún momento en el tiempo, la ausencia de tus ojos hacia la nada, hacia un todo que crees que es nada, siendo nada, lo es todo, y ese todo, la gran ausencia en todo que lo crees todo siendo nada. La ausencia de un mañana, la ausencia de que existe un mañana que ahora, lógicamente, no está. La ausencia de un amanecer plagado de todos a la espera que abras tus ojos y sientas que esa irrealidad era real ahora, al despertar en el lecho de lo que sentiste era ausencia, es el sol mirando tus ojos ya no ausentes, sino presentes en el conciente que ayer fue inconsciente, consciente que el miedo vuelva a surgir como un sentimiento ausente, dentro de la nada irreal…

lunes, septiembre 26, 2005

Desde la ventana de mi haber

La lluvia golpea mis ojos, golpeando la ventana de mi haber, esbozando una sonrisa inerte en las puertas del no desear, disipando una lágrima mojada del rostro de la convicción y desesperando la esperanza del sentir. El sol derrite mis dudas adornando un caldo añejo, las nubes dibujan la oscuridad, como sombra a la pulcritud, mientras que el mundo adorna mi mirada, como mirando un espejo roto, reflejando la estrella más lejana, hilvanando la constelación de mi cuerpo, derritiendo soles, mojando mares, llorando lágrimas, volando cielos que sonrien palabras y hablan risas, gritando miradas y mirando silencios, puliendo una ceguez, que mira mi entorno; resbalando colinas, para llegar a una cima. El tiempo acaricia mi piel de terciopelo, aislando sarpullidos mudos. Mis manos toman el aire, adueñándeselo y esparciéndolo en mi rostro, golpeado por gotitas intermitentes, que nacen del cielo, donde clavo mi mirada, desde la ventana de mi ser…

jueves, septiembre 15, 2005

Será.


“…Será cuando el tiempo nos ampare, que dejaremos de sentir esta anciedad. Será cuando el mundo nos ampare, que dejaremos de sentir esta necesidad. Será cuando el movimiento natural nos reintegre, que dejaremos de sentirnos inútiles. Será cuando volvamos a estar ciegos, que dejaremos de sufrir. Será cuando volvamos a sentir sin pensar, que dejaremos de ser irreales. Será cuando aprendamos a pensar, que dejaremos la ineficiencia a un lado. Será cuando aprensamos a sufrir, que dejaremos el odio. Será cuando aprendamos odiar, que sentiremos que el amor existe. Será cuando aprendamos a observar, que nos daremos cuenta que existe un mundo colectivo. Será cuando cerremos nuestros ojos, que vislumbrará nuestro mundo interior. Será cuando conoscamos la soledad, que existen los demás. Será cuando el tiempo nos alcance, que dejaremos de dilatar nuestra vida. Será cuando reinen nuestros sentimientos, que dejaremos a la humanidad sin existencia. Será cuando comencemos a soñar, que dejaremos nuestro peso, nuestra carga, nuestra densidad. Será cuando creamos en un ideal, que dejaremos de ser los peores. Será cuando dejemos de creer en un ídolo, que nuestra vida nacerá. Será cuando vivamos todo esto… que la muerte nos alcanzará”.

martes, septiembre 13, 2005

La palabra



Las cosas que se resbalan por mis neuronas, las órdenes que bajan desde mi cabeza, esas palabras, que quieren llegar a mi lengua, para humedecerse y salir de estos labios prisioneros de mis sentimientos y emociones, de estos labios que encierran mi alma, que no dejan la simple expresión o el sentido de explayarse de los más oscuros y lindos pensamientos, de los sentidos que quieren su lugar para hacerse presente y caer como rocío acariciando cada átomo que se cruce por el camino que quieren recorrer, ellas, las palabras, la expresión, el deslice, vocal por vocal, queriendo, entendiendo, comprendiendo, apreciando cada unísono y composición posible, fijándose en cada sujeto y predicado, viendo desde arriba la oración, enamorándose de las oraciones yuxtapuestas, del verbo y de cada preposición que se haga presente, esa estructura, ese fluir de vocales correctamente bien expresados y explayados hacia un alcance, hacia una meta, hacia un fin, que es o son nuestros deseos, que tratamos de hacerlos saber, para una apreciación, para un admiramiento, para una alucinación de lo que va de tras de cada frase, oración o párrafo expuesto para cierta situación, para cierto requerimiento o la necesidad de obtener lo que nuestro querer nos ordena... es... lo que intento decir, escribir o la forma necesaria de expresar lo que mis deseos, ganas, impulsos, sentidos y sentimientos crean necesarios. Ellas actúan y deben actuar para una necesidad, no para un lujo, es lo que nuestra vida y contexto nos presione, de tal forma de hacer lo limitadamente posible, de no basarse en la mala utilización de este hermoso lenguaje para fines de lucro personalmente atrayente para el mercado de lo circunstancial y superficialmente engañador, en el sentido de obtener riquezas y complementos para la horrenda vida corrupta y vil, de lo que opaca este mundo, los papeles y monedas que nos mueven para comprar nuestras propias vidas y de las de nuestros hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos; es, aunque muchos no estén de cuerdo, lo que nos hacen la felicidad. ¿Felicidad?, ¿qué es eso? Es un sentimiento pasajero que nos provoca la cierta circunstancia de poseer lo necesariamente alcanzable para formar una “felicidad” sobre la base de especies materiales y positivas, fuentes confiables para este mundo insano y aberrado, alejado de lo esencial, que no va de cuestiones ideológicas, religiosas ni doctrinales, es, lo que nos mueve, pero sin que la masa lo entienda ni quiera, sin embargo, que le vamos a hacer, no hay solución alguna, estamos perdidos dentro de este antro de desgracias y de actos sombríamente asquerosos donde la creación más hermosa y útil queda minimizada a lo superfluo e inutilizable para medir, intermediar y negar lo inverosímilmente posible. Nadie le hace caso, a ella, ente hermoso, único, solucionador y perfecto que pueda existir: la palabra, el lenguaje, en su sentido más estricto. Eso que nos sale desde nuestro interior, pero que no le hacemos caso, eso que nos dice nuestra esencia, nuestra capacidad de nobleza, nuestra versión más esperanzadora y versátil, esa palabras, esas letras, esas vocales, esos párrafos, esas estrofas, bellas y comunicadoramente puras. Esos sentidos que nos nacen desde nuestros rincones más inesperados, ese lenguaje que se convierte al salir de nuestros labios, de nuestras bocas, húmedas y ansiosas, mecánicas y poéticas, inermes e indefensas y utópicas... nuestras bocas, nuestros labios, que nos dicen y nos hacen implorar lo mágico del perfecto lenguaje que sale desde nuestras almas...

lunes, septiembre 12, 2005

Momentos de vacíos

El peso de lo intangible me hunde cada vez más, me aprisiona en sus yagas, caigo a lo profundo, ese profundo infinito, tan cercano a lo irreal, que es mi realidad plena, ineludible, inherente, e ineluctable. Sale de mis vacíos para mezclarse con mis sombras, oscureciendo lo sombríamente iridiscente, atrayéndome a posarme en ese inimaginable e indescriptible estado, el cual ya he vivido muchas veces, el cual ya lo he sentido muchas veces.
La agonía de lo imposible ha inquietado mis miedos, los ha dejado paralíticos, perplejos. Lo agónico se sitúa delante mis ojos, distorsionándome la vista, energizando mi realidad, haciéndola vislumbrar por sobre todas las cosas, canalizando cada momento y un sin fin de probabilidades lloviendo desde mi cielo creando el arco iris más luctuoso que jamás halla visto, reflejando su lobreguez, hacia mis pupilas, haciéndome ver nítidamente los movimientos del mundo para conmigo.
La caída de las hojas secas se vuelve interminable, caen y caen, danzando con el viento que las aleja de su hogar, llevándolas a un lugar quizás demasiado inhóspito para su sensibilidad. El cielo llora, a cántaros, llora y llora, y ese llanto no deja ver lo lindo de su profundidad, lo lindo de sus colores. Escupe sus miedos, los aleja, aunque sabe que volverán, pero necesita desahogarse, romper su impotencia, alejar la implosión de su cuerpo y exacerbar lo hermoso de la contrariedad, que, naturalmente es inestable y efímera.
Mi cuerpo llora, mi cuerpo es mojado por la tierna lluvia, por esas interminables lágrimas, que acarician mi piel, que acarician mis sentidos y que acarician mis sentimientos, drenados a lo abstracto, de naturalidad tan hermosamente enajenante que chocan con mi materialidad artificial.
Ese mundo, tan lindo y tan lejano, así es, tan lejano, en este momento, que lo único que siento es que no estoy viviendo en ese mundo, estoy, viviendo en un mundo paralelo, mi mundo, interior, que se distorsiona para hacerse presente y llenarme de vacíos completos, completamente llenos de implosiones, que se apoderan de mi ser, de mi cuerpo y no me dejan vivir, no me dejan explayarme en este mundo común, el cual quiero disfrutar, antes de mi aparente muerte mortal... que, evidentemente no sé cuando llegará.
No sé cuando llegue ese amigo, porque es mi amigo, me ha visitado muchas veces.... y me ha dicho siempre que volverá. Lo dice como su sello, como su firma, como una manera de cerciorarse que nosotros sepamos que volverá, pero, me ha dicho que, alguna ves que vuelva, una de tantas veces, va a ser definitiva... y se quedará con mi vida y se quedará con todo, con todo lo que respecte mi materialidad. No sé cuando será ese día, pero voy a hacer lo posible para que cuando llegue, posea la serenidad necesaria para aceptarla y saber que no dejé nada pendiente... nada por hacer, nada esencialmente necesario por hacer.
La esperaré dignamente, pero espero que no sea ahora, ni en ningún momento como este, porque le faltaré el respeto y no dejaré que me lleve de esta manera, ya que, mi futura intangibilidad será molestada, será distorsionada por mi insaciabilidad, que lo ha provocado, este mundo, naturalmente bello, mágicamente bello, pero concretamente horripilante, lo cuál me ha dejado discapacitado para vivir, sincronizadamente, junto a mi cosmos en armonía con mi materialidad... la cuál lucho para que no sea en vano...

domingo, septiembre 11, 2005

Una tierna noche rutinaria


(Una noche como todas... de las que todos queremos disfrutar. No es más que exacerbar la pasión por el sexo opuesto).
Me gusta la lluvia. Me gusta cuando llueve torrencialmente y todos corren a cobijarse dentro de sus respectivos abrigos incondicionales, las aves bajo alguna acondicionada cornisa, que, dentro de su coraza resguarda hogares, y ellos, familias acurrucaditas cerca de algún calor y/o bajo las frazadas en una acogedora cama también muy abrigada. “¿Yo?, yo corro hacia ti”. Me acuesto con mi cuerpo entumecido a su lado y siento el calor de su piel, su cariñoso abrazo apretándome muy fuerte. Mi cabeza apoyada en su pecho saboreando el primoroso aroma a flores, una dulce esencia que emana en mí unos deseos irresistibles de besarla, besarla en su pecho descubierto, saborear sus hombros acercándome pausadamente a su cuello fino que hace juego a su desnudez, rozando mi nariz con su desparramado y más que ondulado cabello... “Me haces cosquillas...”. Su cuello es extremadamente utópico. Con mis labios envuelvo discretamente su lóbulo derecho y lo beso apaciblemente como si fueran sus labios, una mano acariciaba su rostro, y ella, buscaba con sus labios mi pulgar y lo besaba tan superficialmente que parecía solo un roce, mi otra mano recorría sus caderas desde su ombligo, de lado a lado, hasta el comienzo de la gloria. El ambiente, abrumado por el calor impaciente que comienzan a emanar nuestros cuerpos. Ella susurra en mis oídos murmullos de satisfacción todavía insaciables y ansiosos de seguir, el murmullo armonioso que dicta en mis oídos parece atravesar todo mi cuerpo, mientras que yo también atravieso su cuerpo. Ya en esos momentos de placer infinito beso el color rozado de la cima de sus montañas. El vaivén de mis caderas coordinado con sus caderas se torna cada vez más escalofriante, llegando a su punto culmine. Sus manos esparcen el sudor de mi espalda, yo esparzo el sudor de sus piernas, ella desordena mi cabello, mis yemas acarician sus labios bajando por su cuello lentamente, sigo bajando y me detengo en uno de sus montículos, utilizando mis palmas para moldearlo. Ella goza, cierra sus ojos, y su respiración aumenta con exabrupto persuadiendo mi placer íntimo a lo explícito, apurando mi agitación sofocadora, tórrida, sintiéndome en el aire, regocijándome, regocijándonos... mi adrenalina aumenta... la sangre hierve... el roce de nuestros pubis alcanza un deseo inefable... nuestra velocidad aumenta... el clímax se expande, me abate, me hace soñar, me hace alcanzar el horizonte, tocar las estrellas, quemarme con el fuego de su cuerpo... caigo a tierra, estoy en su cama, con ella, desvanecidos, abrazados como si fuéramos uno. Ya no hay estrellas a mi alrededor ni horizonte que alcanzar ni sueños que exacerbar ni deseos que exhortar. Ya no hay lluvia, ya no hay que abrigarse, ya no hay aves bajo las cornisas, ya no hay familias acurrucaditas, hay que recuperarse porque las nubes otra vez están negras, parece que va a llover.

Mañana viviré


Las cosas, las historias, los acontecimientos, los hechos, etc. Tienen un punto final y muchos puntos seguidos, pero muchos puntos seguidos. Y a veces se torna problemático cuando no sabes si un punto en tu historia, hecho, o lo que sea, es seguido o final. ¿Cómo saberlo? Si a veces les pones punto final, pero con el tiempo te das cuenta que no es un punto final, sino un punto seguido. Entonces piensas si realmente debiste haberle puesto un punto final cuando realmente ¡¡solo era un punto seguido!! Estas mismas señales de continuación, por decirlo de alguna manera, son las que te demuestran que tus pasos han sido erróneos y que quizás las cosas no salieron mal, sino que con las vueltas de la vida se te ha demostrado que al caerte, puedes levantarte otra vez y otra vez, hasta que sea necesario seguir de pie y encontrarte de frente con cualquier barrera con tal de poder saltarla satisfactoriamente y así poder estar listo para cualquier obstáculo para volver a caerte y levantarte otra vez, para seguir de pie y seguir corriendo por tus anhelos, así sea necesario sufrir de una manera tal que pienses que es el fin, pero no lo es, nada tiene fin, nosotros somos todo y por tal hay que vivir todo. No sé que hacer cuando después de varios intentos de puntos finales me doy cuenta de que solo son puntos seguidos y que la historia no ha terminado donde yo pensé terminarla, sino que hay mucho más. He cimentado caminos para poder pasar libremente como yo quiero pasar, aunque no siempre se puede hacer lo que uno quiere, pero la esencia es siempre tratar de hacer lo que uno mas puede y sentirse pleno. Hay que fluir, fluir en el torrente de nuestro camino y a veces hay que confiar en lo que tu energía puede canalizar, puesto que si la sientes, es porque puedes crear cosas hermosas y vivirlas en el nido de amaneceres y crepúsculos que te estigmatizan diario a diario fortaleciendo lo que mas importa... el mañana.

sábado, septiembre 10, 2005

Oda al silencio

Me ensordece. Así es, me ensordece. Este silencio grita en mis oídos. El silencio en mi habitación es tan exageradamente precioso. Tenue, pero a la vez escandaloso, atónito, como igualmente apacible, que produce en mí una paz inusitada, por mi condición de ser distorsionado, en lo que mentalmente se refiere. Se podría hacer referencia en cuanto a mi ser respecta, de, una luz inmensamente enseguesedora opacando lo sombrío de una cueva. O también como el irreversible ardor de la llama de un fósforo dentro de una habitación oscura. Es, desconcertadamente inefable, mitigando el ambiente. Un ambiente aplastado, pisoteado por un vacío, por un silencio. Un vuelco, pero sin ser coactado. Se puede escuchar el suave ronquido del mar extendiéndose por millones de años luz cobijándose en el sublime canto de las estrellas, en conjunto, adornando este silencio que cae como rocío humedeciendo la serenidad del aire que arrastra una fugaz presencia de utopías que moran en el negro azulado del inescrutable cielo que mancha mis pupilas con este paisaje compuesto de una infinitud de colores, abstractos para el ojo humano y que a pesar de su lobreguez, dan vida a este vacío. Es como un mero respeto a la supremacía de este silencio, profundo, insondable y suntuoso. Renací del averno para sentir este momento, este preciso momento, este preciso silencio en este preciso lugar, que es, mi cuerpo, saciado inexplicablemente por la algarabía de este silencio turbador, que trasiega en momentos, y en otros te atenúa a tal punto de no sentir la carne, los sentidos. Ver el mundo, pero no escucharlo, no escuchar su furia, no sentir su frialdad. Admirar la altura despampanante de la cadena de cerros cobijando en sus cabezas una gama de nubes que bailan irónicamente para esta noche, hermosa, en silencio, exhibiéndose para mi deleite dejándome inerme ante esta naturalidad que se ha silenciado y se ha dejado sentir, que me ha silenciado y me ha hecho sentir, que me ha envuelto, que me ha dejado entrar a su burbuja y que me ha atacado con su melodía abstracta. Y con un silencio.