Un encuentro casual, una coincidencia fuera de la coherencia diaria, inesperada, absolutamente inesperada, que varía de lo calculado a lo inverosímil. Fue en esos días en que esperas desesperadamente a que llegue el mañana para vivir algo distinto, para sentir como se mueve el mundo de una manera distinta a este día, día nefasto, sin penas ni glorias; un día sin vida.
Fue algo increíble, un día caído del cielo y que, sin duda, cayó del cielo cuando debería haberse quedado allí. Me acuerdo y es como si lo estuviera sintiendo, como si estuviera en ese día viviéndolo, disfrutándolo, jactándome. Pero también lo siento incoherente, ridículo y descolgado de la vida, anormal en todo sentido. Un encuentro con lo adverso.
Me acuerdo como, al despertar sentí que ese día ya era diferente, no sé porqué, pero sentía que iba a hacer así. Detrás de las cortinas un sol radiante y esplendoroso quería alumbrarme, irradiarme de energía, de calor y así obligar a darme una ducha de agua helada, pero esta ducha tenía que ser especial porque era un día especial.
El agua cálidamente helada me caía tiernamente por mi cuerpo acariciando con paciencia cada vello en todos mis rincones, desde mi cabello hasta los pequeños pelillos en mis pies. Trago agua, trago agua, está muy sabrosa, la siento como va helando mi esófago. Esta bien, estuvo bien. ¿Dónde dejé mi bata? No importa, salgo desnudo. Que bien se siente pasearse desnudo por la habitación, pero sin que esté mi mujer, sino completamente solo. No sé, es como si de todos modos hubieran muchas personas observándote, vigilando cada paso que das, fijándose en cada detalle de mi cuerpo. Siempre tuve la sensación de que pasearse desnudo solo en la habitación era… no sé, incómodo, me sentía intimidado, ¿de quién? pero este día era diferente, ya no me sentía intimidado sino lo contrario, me sentía feliz de sentirme observado para así mostrarme y demostrar que este es un día especial. Vean no más, vean no más, este soy yo, el señor Santibáñez.
EEE… se me escapó un pequeño detalle. No está mi mujer, pero eso no quiere decir que no esté la mucama. En realidad no me importó mucho, es decir, el susto se lo llevó ella, aunque no por desprecio a mi cuerpo porque todavía no tengo las carnes sueltas, ¡si solo tengo 40 años! “Señor Santibañez… disculpe, no… no sabía que Ud.…” “No te preocupes Matilde, descuida de inmediato me visto”. Una anécdota para contar. Aunque no se si la cuente. En este momento la “señorita Matilde”, solterita y enterita, voluptuosa y joven, debe de estar con el rubor de su rostro extasiando todo su cuerpo y con el correspondiente énfasis en sus partes intimas, que después de esto me toca a mí conocer, explorar, colonizar e incluso apropiar, ya que con el tiempo he notado una nebulosa de orgasmos en sus ojos, grandes y con una leve tendencia china, estirándose por su piel blanca y pura, sin kilómetros recorridos. Sus 21 años no han sido de sexo, eso lo doy por firmado, reconozco a las vírgenes como ella, nerviosas, con un deseo sexual candente y listo a proyectarse por el sendero que cubren esos prominentes labios púbicos y que en lo particular están dispuestos a cederme la entrada, esa pequeña entrada que con la práctica, bajo mi tutela por supuesto, abrirán cada vez más su telón de carne.
Bueno, ya habrá tiempo para eso, ahora iré al comedor a tomarme un capuchino con unas tostadas y a reírme del nerviosismo de mi deseada mucama. Ya me imagino esas manos de dedos largos temblorosas y sudorosas al servirme mi café, jaja, y yo muy tranquilo leyendo el periódico mirando de reojo ese par de “everest” que tanto me gustaría incursionar.
Pasa tanta cosa en esta ciudad... a ver... ahora se muere el alcalde... que más, que más... pillan a una banda de narcos bolivianos en la aduana de Iquique... estos huevones ya no saben como entrar la coca a nuestro país, ahora hasta se la comen para poder entrarla...jaja, huevones igual los pillan... vamos a ver qué dice por acá... siguen apelando por el royalty a las mineras... recién ahora vienen a apelar... ¿porqué no les cobraron a los gringos cuando eran dueños de todas las salitreras?... uy uy uy... le dan 10 años a los patos malos que asesinaron a un sereno de una construcción en el lado norte... esta reforma... menos mal que estoy de vacaciones, no estoy de ánimo para asesorar a nadie... a la única persona que asesoraría en este momento es a mi mucama de grandes nalgas... le leería sus derechos de virgen... y la asesoraría en su derecho de perder esa condición... podría ir a ver al cine alguna película interesante... que hay, vamos a ver... “Buscando a Nemo”... eee, creo que no... “Todopoderoso”... no me suena... “Destino final II”... mejor no voy... ¿qué dirá mi horóscopo?... nunca he creído en eso, pero leeré a ver qué dice... si va a formar una relación seria sea cuidadoso, no es tiempo para eso... parece que no es mi signo...¿cuál era?... ¡ah!... dinero, sea cauteloso en administrar sus bienes, no se confíe... de veras, mmm tendré harto cuidado... amor, cuidado con las aventuras pasajeras, podrían pasarle una mala jugada... esto se pone interesante... se cuidadoso con las personas más cercanas, podrían descubrirlo en algo que no les guste... ¡qué farsantes!
¿Qué le pasa? No se a aparecido a ofrecerme algo, la llamaré. Ahí viene, ¡que caminar! Cada día se sube más la faldita, no me había dado cuenta, sus muslos son casi pálidos, pero deseables obviamente y digo obviamente porque quien se puede resistir a tamaña santidad con cuerpo de tentación, nadie.
“Aló, buenos días, me comunica con Emilio Cruchaga, por favor.” “¿Quiere pedir hora?” “No, comuníqueme con él, dígale que es Raúl Santibáñez.”Un momento por favor...” “Aló, Raúl.” “Como estás Emilio, tantas lunas” “Estoy bien gracias ¿y tú?” “Bien también, ¿cómo está la familia?” “Bien también, Mariana ha tenido algunos problemas de salud, pero nada grave por suerte. ¿Y tu mujer?” “ Súper bien, ahora está de viaje, llega el jueves.” “Ah, que bien. Te quedan pocos días de soltero ¿no? Jajaja” “jajaja, así es, hay que aprovechar las oportunidades de la vida, ¿o no?” “Me parece bien. Bueno, supongo que recibiste mi mensaje” “Así es.” “Bueno, en realidad quiero que me hagas un favor. Mas tarde tengo que realizar un viaje de urgencia y te quiero pedir si me puedes ir a dejar al aeropuerto, ¿puedes?, a las una de la tarde sale el vuelo” “Si, no hay problema. Ahora que estoy de vacaciones me sobra el tiempo” “Que bien, entonces me pasas a buscar a mi departamento, estaré listo” “No hay problema, nos vemos mas tarde” “Gracias, chao”.
“¿Va a salir señor?” “así es” “¿viene a almorzar?” “en realidad no sé, pero prepárame almuerzo por si acaso” “está bien señor, hasta luego” “hasta luego”.
Pucha que hay tráfico. Me cargan las micros, se cruzan a cada rato las muy patúdas. ¡Ya pues, muévete! ¡qué me importa, está en verde!
“¿A que hora me dijiste que salía el vuelo?” “a las una” “estamos bien entonces”. “Oye, el Bernardo me mandó su último disco” “ah, en serio” “si, igual es bueno” “¿Y cuando viene a Chile, sabes algo?” “no sé, no hemos hablado, solo me mandó el disco” “y a mí, con el pueblo no más” “¿a que te refieres?” “que ni siquiera manda saludos. Por lo menos que pregunte por mí, pero ni siquiera eso” “ah, pero no es tan así, si conmigo no ha hablado y con respecto al disco, quizás no te ha llegado todavía” “ja ja ja, no creo. Pero bueno ahí se ven los amigos” “no exageres, oye... oye, Raúl ¿te enojaste?” “no, por supuesto que no, solo que... mejor hablemos de otra cosa, ¿está bien?” “si tú lo dices”.
“Todavía es temprano, te invito un café” “¿seguro, no vas a perder el vuelo?” “no, pregunté y todavía no ha llegado el avión, viene con retraso” “bueno, vamos entonces a la cafetería”.
“Se me había olvidado que en los aeropuertos modelaba tanta belleza” “es cierto, te acuerdas cuando éramos más jóvenes, no viajábamos, pero veníamos solo a conquistar azafatas, ja ja ja” “ja ja ja, si. Eran buenos tiempos” “¿y que pasó con esa azafata que anduvo contigo bastante tiempo?, ¿Lisette se llamaba?” “creo que si. No sé, no la he visto, pero me gustaría verla, ja ja ja” “como sabes si la ves aquí. Oye Raúl, todavía tienes hasta el jueves para ser soltero” “buen punto, sería una buena alternativa” “ese es mi vuelo, ¿bajemos?” “vamos”.
“Hasta pronto, que te valla bien. Cualquier cosa me llamas” “esta bien, gracias, nos vemos”.
Esta si que es buena. En verdad no me lo esperaba. Parece que este día recién comienza. Ese Emilio me trae buena suerte. Mmm... y está mejor que nunca, ok ya me vio. ¡Que sexy! Ojalá no tenga vehículo.
“Lisette Maldonado, como estás” “que tal, tantos años. No esperaba verte aquí” “aquí nos conocimos, ¿no te acuerdas?” “si, es verdad. Que bueno verte. ¡Estás más guapo!” “gracias, tú no estás nada de mal” “tan galán como siempre” “¿te llevo?” “bueno, así aprovechamos de conversar” “que bien, vamos”.
“¿Bueno y que dices?” “esta bien, vamos”.
Extrañaba este cuerpo, uno de los pocos que extraño. No sé porqué, ella tiene algo especial que me atrae mucho más que cualquier otra mujer de mi notable soltería. Bueno, aparte de su físico obviamente. Mmm... esos labios, tan... carnosos, suaves, rojos, exquisitos, sabrosos... para qué hablar de su lengua, magistral, húmeda, de movimientos precisos y apasionados. Que rico, me gusta que me besen el pecho... así... exactamente así... es mi turno. Mmm... sus senos blancos me recuerdan... la cordillera, así es, la cordillera, blancos, grandes y puntiagudos. Y la cima, rozada, con su aureola de tamaño perfecto, no me gusta muy extenso. Ella se posa encima de mí, mientras que yo comienzo a explorar todos sus rincones con mis manos. Tiene buen movimiento de caderas. Mira constantemente el techo, con espejos, al mismo tiempo que se queja con un gozo extremadamente extasiado, casi eterno, mordiendo sus labios, apretando mis brazos, mis hombros, desordenando mi cabello. Yo beso sus dedos, masajeo sus senos, tomo sus nalgas y las aprieto, ayudándola en su incansable técnica de caderas, cada vez más sofisticada. Ahora la tomo y la acuesto, me toca a mí mostrarle mi gran movimiento pélvico. Beso su cuello... qué aroma, me hipnotiza, me vuelve loco. Y el olor en sus cabellos tan cautivante, encarcelador de mi sentido del olfato, atrapado en esa cabellera larga, suave, brillante y de un color marrón. Siento su gemir en mi oído derecho, mas bien entra por mi oído derecho recorriendo todo mi interior dejando un escalofrío orgásmico en cada célula de mi cuerpo. Ahora si que grita, ahora si que grita... yo todavía no me canso. “¡No me rasguñes la espalda!” “disculpa... es que...” “shhhh, no hables. Solo siente...”. Todo su cuerpo suda, el mío también. Mis manos se resbalan por sus piernas, sus manos se resbalan en mi espalda esparciendo todo mi sudor. La temperatura aumenta vertiginosamente, ya es imparable, mi orgasmo es imparable, lo siento venir, el placer aumenta rebozando la realidad, el éxtasis electrifica mi sangre. Ella me envuelve con sus piernas. Mi orgasmo ya en vida atraviesa su cuerpo y la contagia. Paralizaría este momento, lo haría perpetuo. Su agitación parece calmarse, la mía también. Ahora el descanso, la abrazo, ella me abraza, coloca su cabeza en mi pecho, yo cierro los ojos, la acaricio. Los dos desnudos sobre la cama, prendo un cigarro, la guinda de la torta.
“Raúl” “qué” “estuviste genial” “gracias, cuando quieras” “ja ja ja, que bueno saberlo”.
No es muy tarde, leeré un poco antes de comer. No sé que haría sin este sillón, mí sillón, tan cómodo, es perfecto. Su aterciopelo negro está hecho para mí, para leer y junto a la mesita para dejar el cenicero y como no, mi Jack Daniel’s.
“Don Raúl, llamó la señora” “¿así?” “si, le dije que usted había salido y que no sabía a que hora iba a volver. Parecía muy apurada, no me quiso dejar ningún recado. Lo único que le entendí es que parece que iba volver antes de lo previsto” “esta bien, gracias Matilde”. Tengo que aprovechar antes que llegue Andrea para asesorar esa santidad que tanto me hace ojitos. Cada vez la veo más deseosa, esperándome, a punto de sacarse la primera prenda.
Se apaga la luz. ¿Qué pasa? Unos tacos se acercan lentamente. No me muevo. Los pasos han cesados, detrás de mí. Siento una mano en mi hombro. No me muevo. Comienza a deslizarse en torno a mi pecho. Ahora la otra mano, me acaricia el rostro sutilmente. Comienza a excitarme. Tomo sus manos y las acaricio. Me besa el cuello, me besa el rostro y comienza a respirar en mi oído. Tomo su rostro, pero saca mis manos. Ella lleva el control. Me gusta así. Me desabrocha la camisa, juega en mi pecho, baja y baja, pero se detiene en mi abdomen. Ahora sube y sube, roza con la yema de sus dedos los vellos de mi pecho, ahora los sube a mis labios rodeándolos, los toca, los acaricia. Se va. ¿? Se acerca nuevamente. Toma mi cabello, lo desordena, lo besa. Me venda los ojos. Que interesante. ¿Con qué? No importa, no es lo primordial. Se acerca y se sienta en mi pierna derecha. Nos besamos, me besa. Mmm, besa muy bien. Acaricio sus piernas, al desnudo. Se levanta. Me levanta. Me toma de la mano y me lleva a la habitación, eso creo. Así es. Me tira de espaldas a la cama. Se monta encima. Le saco la blusa... y comienza el movimiento de caderas. Quiero llevarla a ella de espaldas a la cama. No me deja. Al parecer quiere terminar así. Es excitante hacer el amor con los ojos vendados, pero de todas maneras me gusta observar cada detalle de este tipo de actos coloquiales. Me saco la venda, pero la habitación esta oscura por lo tanto la situación sigue igual, con ella montada encima mío y yo excitado al máximo. Pasa un tiempo no estimado y al parecer a sido largo. Ahí viene, ahí viene...
- Matilde.
- ...
- Matilde.
Debe estar cansada. Iré a buscar un cigarro. ¿Dónde los dejé? ¡Ah!, en la sala. Matilde dejó la luz de la cocina encendida, la iré a apagar. ¡¡Pero...!! ¿Matilde? ¿Cómo...? “¿Qué le pasa señor?, ¿se siente bien?” “ ¡¡pero... que haces acá!!, ¿tú no deberías estar...?”. Regreso corriendo al salón... esto no puede estar pasando... ¿Y esas maletas?...