Diálogo octavo
- El ir y venir... gran cosa esta. Claro, aparte de lo literal, respecto a todo el enjambre de ítems que puedas abarcar. No quiero hablar de extensión sin profundidad, es solo que suelen nacer ciertas situaciones en la cual las palabras ya no se tornan tan universales, ya no se tornan tan protagonistas, ya no son ellas las que te hacen saber algo, las que te expresan algo, sino que comenzamos a interactuar con otro tipo de lenguaje, que tampoco son las miradas, que tampoco es el silencio, que tampoco es el entendimiento al instante ni siquiera el inmediato. Creo que podríamos hablar de un subentendimiento, aunque no quiero rozar la virtud de la inteligencia, no es necesario a cabalidad. Esto va tomado de la mano con un contexto que en algún momento se adhiere a tu piel y te pinta un paisaje el cual no es el arrebol común para la gente, sino un paisaje por la cual has vivido y sentido y que no va más allá de lo particular, sus límites se concentran en la precariedad en cuanto a la cantidad, en cuanto a la similitud de las razones unipersonales que conllevan a esa fragmentación a lograr cierto todo, por lo tanto, este ir y venir, para aquellas personas les sonará familiar, incluso, les sonará como una canción que les sorprenderá por el adherimiento tácito y magno sobre esta tesis…
- ¿Y qué sería, entonces aquella extendida tesis?
- … La tesis sería el ir y venir… el argumento se logra apreciar en cierto grado en aquella introducción de lo que acabamos de hablar. Está bien, si piensas que sólo es un prospecto de introducción, puedo entender, sin embargo insisto en que no leíste las contrafrases… he ahí a lo que quiero lograr expresar…
- Espero te expliques…
- Explicar… está bien, pero el problema no es el explicar, sino la abertura de entendimiento que se tiene de lo que necesariamente no se debe redundar en cuanto a la explicación, es decir, como alguna vez una mujer me lo dijo… ¿Porqué todo tiene que ser tan evidente? Me sorprendí… indagué, asimilé, y los momentos me respondieron, el tiempo me habló, con su voz de brisa y su tono de inexistencia y… por lo menos en aquel contexto la razón fue para aquello. Alejando el tema casuístico, que se subentiende está adherido a casi todas las cosas, hay un punto estándar sobre el cuál quiero someterme, claro, sobre este ir y venir. Una situación relativa e inquieta que nos moviliza a un inconsciente sumiso, inconsciente porque sólo actuamos como animales que somos y sumiso porque hay una coexistencia de resignación con respecto al movimiento supranatural que nos conlleva y nos guía, sin que queramos concientemente, sin que a veces nos demos cuenta de aquello. Y ahí va un punto de inserción, el cómo somos movidos por esencias supranaturales, y como nos acaecen situaciones que demarcan un estigma no usual y el cómo actuamos el resto del tiempo respecto a ese hecho que nunca vimos, que nunca supimos, pero que de alguna manera lo sentimos de manera inherente… ahí va todo ese subentendimiento, un saber tácito, una conciencia límpida antes que comiencen a colonizar las enseñanzas sociales a lo largo del paso del tiempo mientras crece el mundo, y cuando se hacen presente, todo ese subentendimiento avanza de manera paralela, siguiéndonos como una sombra al asecho de todos nuestros pasares y pesares, actos e inercia, razones y pasiones, risas y llantos… en fin. Hay que tener en cuenta que las palabras nos abren caminos, nos muestran y nos explican realidades y sucesos, nos abren los ojos ante mundillos inciertos y a veces volátiles, pero no son la pasarela a todas las entradas, no son el combustible para poder viajar por esta vida, ya que hay límites infranqueables, entonces las palabras se acaban y se convierten en una ventana, mostrándote un abismo el cuál tienes que conocer y explorar con todos tus sentidos y sin ellos… esos mundos etéreos y frágiles, inconstantes y poderosos hasta más no poder, incomprensibles y sabios, escurridizos e inmanentes… aquel sentir…
- Ya veo… entiendo, pero no; no concibo, pero acepto. Ahora comprendo porqué hablabas sobre la canción que se puede hacer conocida… que puede sonar muchas veces en nuestra radio, pero no es nuestra, aunque la comprendamos y la sintamos, nunca va a estar adherida a nuestra piel…
- En efecto. Aquella canción puede parecer incluso, estar hecha completamente sobre nosotros, tornándose tan similar, tan adherida a nuestra naturalidad, pero al fin no conocen la esencialidad misma, la sombra que camina tras nosotros y que nos inunda de parafernalia inverosímil, no común… Espero tampoco se entienda que esto se trata de una especie de piedra filosofal, ni de un elixir. Esto no se trata de la cuna de la vida ni nada por estilo… quién oiga esta canción en este momento sabrá de lo que hablo…
- ¿Y tú la oyes?
- ¿Qué crees tú?...
Por el momento, estos ríos metafísicos quedaran en este dialogo, para pasar a otros respectos... por momentos.