lunes, agosto 03, 2009

Un letargo de libertad



Caminaba por un camino algo seguro (por lo menos así lo creo), pero con el cuerpo algo cansado, algo distante, aun sin estar abstracto y con la mirada perdida latamente en lo que pareciesen ser distracciones, algunas inocuas, otras misteriosamente aparecidas a lo largo de un paisaje escurridizo, que me hacía sentir único; que me hacía sentir solo, sin embargo una especie de soledad más cercana a la libertad que a la carencia angustiosa. Una libertad que me prometía sentir el viento en mi rostro, y que al rozarme, se llevaría parte de mí hacia un lugar nunca antes explorado por mí, y que volvería en cualquier minuto para encontrarse con la otra parte de mi cuerpo, que también estaría repartido en algún rayo de sol, en algún sonido del oleaje, en alguna estrella de un firmamento infinito, en algún sueño vertiginoso o simplemente sentado contemplando algún lugar de esta tierra.

Aquel camino lo miraba de reojo, mientras intentaba disfrutar aquellas distracciones que tanto me rodeaban, y mirarlas era un ritual silencioso, lleno de matices exóticos, arrebatos de un dialogo disperso entre calles lejanas, cielos inalcanzables, sueños no existentes, realidades confusas, poemas no escritos, un beso suave y tierno que no ha nacido, una canción que aún no escucho… Arrebatos de pensamientos inconclusos, sonrisas que nacen y callan al tiempo que recuerdan que ya no se recuerda lo que se solía recordar usualmente. Una tonalidad en mi guitarra que toma fuerzas de convertirse en canción, pero que acaba siendo un arrebato de tres notas que se repiten sin sentido y se olvidan a través de un arpegio que calla lentamente.

Sentir que la vida camina paralelamente a ti y sabiendo eso, te hace perder la noción de todo; es como estar mirando el mar y ver una ola cuando ya reventó y que sólo se esparce linealmente, es como mirar el cielo justo cuando una estrella fugaz ya pasó, pero sabes que pasó, es como sentarse en un parque justo en el momento en que todos los niños dejan de jugar y se retiran cansados a sus casas. Sentir que la vida pasa y todos pasan junto a ella menos tú, que te distraes mirando una nube mientras pasa, pero de alguna manera la alcanzas y te vas con ella hacia cielos infinitos, difíciles de ver más allá de la sensación que te reboza. Y luego te preguntas, ¿A dónde voy? ¿Sabrá la gente que no voy con ellos? ¿Sabrá la gente que a veces no estoy con ellos, siendo que me tienen a su lado?

En lo profundo y difuso, un largo letargo me aleja. Agarrado firmemente con una mano en la parte trasera de una brisa, que me lleva donde nadie me ve y me esconde en un compás de jazz, quizá o en un deja vu interminable o quizá sólo en palabras escritas en pasado, que en realidad son el presente o que pueden ser un futuro, aunque ciertamente es para acentuar la atemporalidad de la situación.