lunes, octubre 31, 2005

Noción penumbrosa de lo abstracto.



Sintiendo todo tan escaso
Lo común, particular pero no lo abstracto
Ni siquiera yo puedo sentarme en mi regazo
Es que actúo como ellos y por eso me retracto.

La vida es a veces sin palabras
Lo tomo, enmudezco y espero
Lástima que muchos se guíen por parábolas
Y es así como se convierten en embusteros.

Encuentro el cilicio que yo no he puesto
Porque quiero danzar con valores y nobleza
Una gitana me ha dicho que alguien de mí quiere lo opuesto
Pero no importa, traspaso barreras y encontraré mi condesa.

No entiendo lo mágico e irreal
Se posa sobre mí perturbando mi andar
Aunque siempre supe que no todo era terrenal
Por eso camino cantando, sintiendo el llorar.

Es el raro existencialismo
Y las nociones del pesar
A cada alba me pregunto a si mismo
Con que muerte me voy a casar.

Y pensar que vivo para proyectar
En el camino miro, siento y olvido
Esperando algún día el concretar
Es que la verdad pide limosnas sin ver el sentido.

Dar a luz en cada momento es el incentivo
Correr, caer, mirar y observar
Es como nos sentimos vivos
Porque de algún lugar la muerte nos mira sin dudar.

domingo, octubre 23, 2005

No hay más.


No hay más que sumergirse… en hojas roñosas, bajo la pluma del pesar y besar las estrofas del incierto paradero de nuestras lágrimas, que así como nacen, mueren en el intento de existir… es como la palabra lágrima, que se extienden bajo la cornisa porosa y se vuelven surrealistas al acariciar la pesadumbre de la subsistencia, temblando como entes, queriendo ser no siendo, siendo no ser, pero presentes, titubeando un bosquejo indefinido, amedrentadas por el presente no escrito o escrito con letras ininteligibles sobre el regazo de la estipulación.
No hay más que dejarse… dejarse en el paradero de la lluvia copiosa y seca, dejarse en la niebla de lo implícito y tácito, dejándose ver, pero no dejándose llevar, ya que las luces llaman, la estirpe involutiva te acaece con lamentos y ataques de dignidad indignos y superfluos… ¿qué hacer? Es la tierna sombra de la nobleza que hace sentirse humano, como llorar sin hacerlo en el lugar del homicidio premeditado de las constantes palabras y hechos, desechos en sinceridad, opacados en expectativas, desdeñados de situaciones reales.
No hay más que continuar… con la novela del más agónico realismo y seguir siendo protagonistas hundidos en el diario vivir, acabando los días, las horas, las palabras hasta la concesión de la muerte, que se nos avecina de manera indudable y concreta y que por mientras lucharemos con el denso antagonismo de la vida, que nos consume y explora, que nos remece y nos quita, que nos ahoga y desahoga, que nos envuelve y desenvuelve, así como capullos vacíos, aferrándonos a lo que mañana se va.
No hay más que escuchar… el silencio sordo que grita y grita, que nos habla, que nos conversa y nos cuenta, nos cuenta eso que no sabemos, porque quien no escucha el silencio está sordo y por ser sordo escuchamos las bajezas dejándonos llevar por una ilusión, que se ilusiona con llevarnos a esa solana indiferente que termina, después del calvario, en el lugar del homicidio cierto de nuestras voces.
No hay más que callar… porque la vida habla sola, nos habla y nos enseña, nos educa y nos conmueve, nos atrapa y nos obliga a seguir corriendo por los callejones del mundo para que el tiempo, el pasado, no nos alcance y no nos envuelva en su manto añejo. Así es. Callar porque nuestro cuerpo habla por sí mismo, empujándonos a dar un paso al suelo inexistente más allá de nuestros pies. Ese futuro. Que tampoco existe. Aunque lo grave es que se encuentre la posibilidad de que si exista, que se haga real, con nosotros como protagonistas de la incierta pesadumbre redundante en tratar de dar nuevamente otro paso al suelo que no se ve. Callar.
No hay más que conmovernos… con el abrazo de la vida, que nos energiza tiernamente entregándonos lo que nunca podríamos haber pensado, sensibilizándonos con el paradigma intrínseco, allanado por los placeres pasionales alejados ciegamente de la órbita de la razón. Ese abrazo, cálido y fraternal, sembrador de la semillita en nuestro corazón, que convierte nuestros campos en esmeraldas fantásticas e infinitas. Ese abrazo, que nos mitiga las neuronas y nos hace hervir la sangre.
No hay más.

sábado, octubre 15, 2005

Personitas versátiles


El siniestro capullo de los pensamientos nacen y mueren, todo un ciclo, como la vida, así es, piensan y se retrasan, como simios retrógrados, como un sol asustado titubeando al salir después de la linda noche... ¿Porqué?... ¿Qué es lo que nos apasiona? ¿Qué es lo que nunca logramos asimilar? ¿Qué es lo que siempre se torna versátil?... ¿Qué?
Siempre volvemos al mismo punto, siempre retornamos al mismo punto, ya sea de distinta manera o mejor o peor, pero volvemos... todo sea porque la vida es cíclica, sin embargo, debemos regresar a ese punto preparados y conscientes, atisbados a la evolución, proclives a esa evolución, teóricamente. Evidentemente, ya que no podemos por ningún motivo dejar, permitir una pequeña involución. Cuando las estrellas traspasan su mandato al cielo azul y etéreo es donde debemos estar... ¿para qué? Para permitirnos un duelo de la oscuridad alumbrada, de la oscuridad superficial, de la oscuridad negativa, cínica y con tendencias a la luz avasalladoramente ciega y equivocada que nos habla de una fe ciega, que nos habla de una confianza desconfiadamente confiada superflua y errónea... ¿Por qué? Porqué no es lo esencial, no es lo que mueve nuestros corazones, no es lo que mueve realmente y sintientemente nuestro cerebro sentimental... ¿Entonces? ¿Volver a la eterna disputa entre razón y pasión? No, esta ves no, ¿Por qué? Porque no es el tema en discusión, no es el punto al cuál queremos indagar... eso, realmente no conviene a este dialogo, a este confín, a este límite, a esta profundidad secuestradora de emociones encontradas, a esta insondabilidad de valores desenfrenados por un estupor repentino de la tierna situación huérfana y única, que nos trae un maldito calvario diario.
Acabo de divisar la existencia de versatilidad en los pensamientos, adheridos a la situación de turno, inherentes al naciente y siempre distinto momento… ¿es que no nos damos cuenta?... todo depende, todo es relativo, todo es inestable; ¿entonces no podemos tener pensamientos elocuentemente consecuentes? ¿No podemos tener pensamientos basados a una misma postura? ¿Es que somos como rémoras a la conveniencia? No me parece esto, pero pasa constantemente o siempre ha sido así con nuestro conocimiento y consentimiento o también, inconscientemente, camuflados en la sombra efusiva del irracionamiento, actuando inadvertidamente, repentinamente, de manera soslayante a nuestro discernimiento o juicio, así es, como también no lo puede ser; es y no es, usualmente es y no es, ciertamente es y no es, teóricamente es y no es, prácticamente es y no es, da alusión a algunos y a otros no… que antagonismo, ¿no?
No nos estamos refiriendo a caretas, no nos estamos refiriendo a banales engaños, no nos estamos refiriendo a jueguitos tontos, no nos estamos refiriendo a patologías, no nos estamos refiriendo a impulsos irracionales… es menester mencionar que así como no existen las coincidencias ni las casualidades, no existe una versatilidad inconsciente con respecto a los pensamientos refiriéndonos a posturas, composturas, juicios, actitudes, etc. todo, eso insano y sin vergüenza, plegado y mortificado tácitamente como rémoras a la conveniencia, evidenciado de forma sutil y ordinaria… ¡versatilidad!… que indigno… se necesita hablar de evolución, no de amplitud revocable.

jueves, octubre 06, 2005

Encuentro. (Cuento)

Un encuentro casual, una coincidencia fuera de la coherencia diaria, inesperada, absolutamente inesperada, que varía de lo calculado a lo inverosímil. Fue en esos días en que esperas desesperadamente a que llegue el mañana para vivir algo distinto, para sentir como se mueve el mundo de una manera distinta a este día, día nefasto, sin penas ni glorias; un día sin vida.
Fue algo increíble, un día caído del cielo y que, sin duda, cayó del cielo cuando debería haberse quedado allí. Me acuerdo y es como si lo estuviera sintiendo, como si estuviera en ese día viviéndolo, disfrutándolo, jactándome. Pero también lo siento incoherente, ridículo y descolgado de la vida, anormal en todo sentido. Un encuentro con lo adverso.
Me acuerdo como, al despertar sentí que ese día ya era diferente, no sé porqué, pero sentía que iba a hacer así. Detrás de las cortinas un sol radiante y esplendoroso quería alumbrarme, irradiarme de energía, de calor y así obligar a darme una ducha de agua helada, pero esta ducha tenía que ser especial porque era un día especial.
El agua cálidamente helada me caía tiernamente por mi cuerpo acariciando con paciencia cada vello en todos mis rincones, desde mi cabello hasta los pequeños pelillos en mis pies. Trago agua, trago agua, está muy sabrosa, la siento como va helando mi esófago. Esta bien, estuvo bien. ¿Dónde dejé mi bata? No importa, salgo desnudo. Que bien se siente pasearse desnudo por la habitación, pero sin que esté mi mujer, sino completamente solo. No sé, es como si de todos modos hubieran muchas personas observándote, vigilando cada paso que das, fijándose en cada detalle de mi cuerpo. Siempre tuve la sensación de que pasearse desnudo solo en la habitación era… no sé, incómodo, me sentía intimidado, ¿de quién? pero este día era diferente, ya no me sentía intimidado sino lo contrario, me sentía feliz de sentirme observado para así mostrarme y demostrar que este es un día especial. Vean no más, vean no más, este soy yo, el señor Santibáñez.
EEE… se me escapó un pequeño detalle. No está mi mujer, pero eso no quiere decir que no esté la mucama. En realidad no me importó mucho, es decir, el susto se lo llevó ella, aunque no por desprecio a mi cuerpo porque todavía no tengo las carnes sueltas, ¡si solo tengo 40 años! “Señor Santibañez… disculpe, no… no sabía que Ud.…” “No te preocupes Matilde, descuida de inmediato me visto”. Una anécdota para contar. Aunque no se si la cuente. En este momento la “señorita Matilde”, solterita y enterita, voluptuosa y joven, debe de estar con el rubor de su rostro extasiando todo su cuerpo y con el correspondiente énfasis en sus partes intimas, que después de esto me toca a mí conocer, explorar, colonizar e incluso apropiar, ya que con el tiempo he notado una nebulosa de orgasmos en sus ojos, grandes y con una leve tendencia china, estirándose por su piel blanca y pura, sin kilómetros recorridos. Sus 21 años no han sido de sexo, eso lo doy por firmado, reconozco a las vírgenes como ella, nerviosas, con un deseo sexual candente y listo a proyectarse por el sendero que cubren esos prominentes labios púbicos y que en lo particular están dispuestos a cederme la entrada, esa pequeña entrada que con la práctica, bajo mi tutela por supuesto, abrirán cada vez más su telón de carne.
Bueno, ya habrá tiempo para eso, ahora iré al comedor a tomarme un capuchino con unas tostadas y a reírme del nerviosismo de mi deseada mucama. Ya me imagino esas manos de dedos largos temblorosas y sudorosas al servirme mi café, jaja, y yo muy tranquilo leyendo el periódico mirando de reojo ese par de “everest” que tanto me gustaría incursionar.
Pasa tanta cosa en esta ciudad... a ver... ahora se muere el alcalde... que más, que más... pillan a una banda de narcos bolivianos en la aduana de Iquique... estos huevones ya no saben como entrar la coca a nuestro país, ahora hasta se la comen para poder entrarla...jaja, huevones igual los pillan... vamos a ver qué dice por acá... siguen apelando por el royalty a las mineras... recién ahora vienen a apelar... ¿porqué no les cobraron a los gringos cuando eran dueños de todas las salitreras?... uy uy uy... le dan 10 años a los patos malos que asesinaron a un sereno de una construcción en el lado norte... esta reforma... menos mal que estoy de vacaciones, no estoy de ánimo para asesorar a nadie... a la única persona que asesoraría en este momento es a mi mucama de grandes nalgas... le leería sus derechos de virgen... y la asesoraría en su derecho de perder esa condición... podría ir a ver al cine alguna película interesante... que hay, vamos a ver... “Buscando a Nemo”... eee, creo que no... “Todopoderoso”... no me suena... “Destino final II”... mejor no voy... ¿qué dirá mi horóscopo?... nunca he creído en eso, pero leeré a ver qué dice... si va a formar una relación seria sea cuidadoso, no es tiempo para eso... parece que no es mi signo...¿cuál era?... ¡ah!... dinero, sea cauteloso en administrar sus bienes, no se confíe... de veras, mmm tendré harto cuidado... amor, cuidado con las aventuras pasajeras, podrían pasarle una mala jugada... esto se pone interesante... se cuidadoso con las personas más cercanas, podrían descubrirlo en algo que no les guste... ¡qué farsantes!
¿Qué le pasa? No se a aparecido a ofrecerme algo, la llamaré. Ahí viene, ¡que caminar! Cada día se sube más la faldita, no me había dado cuenta, sus muslos son casi pálidos, pero deseables obviamente y digo obviamente porque quien se puede resistir a tamaña santidad con cuerpo de tentación, nadie.
“Aló, buenos días, me comunica con Emilio Cruchaga, por favor.” “¿Quiere pedir hora?” “No, comuníqueme con él, dígale que es Raúl Santibáñez.”Un momento por favor...” “Aló, Raúl.” “Como estás Emilio, tantas lunas” “Estoy bien gracias ¿y tú?” “Bien también, ¿cómo está la familia?” “Bien también, Mariana ha tenido algunos problemas de salud, pero nada grave por suerte. ¿Y tu mujer?” “ Súper bien, ahora está de viaje, llega el jueves.” “Ah, que bien. Te quedan pocos días de soltero ¿no? Jajaja” “jajaja, así es, hay que aprovechar las oportunidades de la vida, ¿o no?” “Me parece bien. Bueno, supongo que recibiste mi mensaje” “Así es.” “Bueno, en realidad quiero que me hagas un favor. Mas tarde tengo que realizar un viaje de urgencia y te quiero pedir si me puedes ir a dejar al aeropuerto, ¿puedes?, a las una de la tarde sale el vuelo” “Si, no hay problema. Ahora que estoy de vacaciones me sobra el tiempo” “Que bien, entonces me pasas a buscar a mi departamento, estaré listo” “No hay problema, nos vemos mas tarde” “Gracias, chao”.
“¿Va a salir señor?” “así es” “¿viene a almorzar?” “en realidad no sé, pero prepárame almuerzo por si acaso” “está bien señor, hasta luego” “hasta luego”.
Pucha que hay tráfico. Me cargan las micros, se cruzan a cada rato las muy patúdas. ¡Ya pues, muévete! ¡qué me importa, está en verde!
“¿A que hora me dijiste que salía el vuelo?” “a las una” “estamos bien entonces”. “Oye, el Bernardo me mandó su último disco” “ah, en serio” “si, igual es bueno” “¿Y cuando viene a Chile, sabes algo?” “no sé, no hemos hablado, solo me mandó el disco” “y a mí, con el pueblo no más” “¿a que te refieres?” “que ni siquiera manda saludos. Por lo menos que pregunte por mí, pero ni siquiera eso” “ah, pero no es tan así, si conmigo no ha hablado y con respecto al disco, quizás no te ha llegado todavía” “ja ja ja, no creo. Pero bueno ahí se ven los amigos” “no exageres, oye... oye, Raúl ¿te enojaste?” “no, por supuesto que no, solo que... mejor hablemos de otra cosa, ¿está bien?” “si tú lo dices”.
“Todavía es temprano, te invito un café” “¿seguro, no vas a perder el vuelo?” “no, pregunté y todavía no ha llegado el avión, viene con retraso” “bueno, vamos entonces a la cafetería”.
“Se me había olvidado que en los aeropuertos modelaba tanta belleza” “es cierto, te acuerdas cuando éramos más jóvenes, no viajábamos, pero veníamos solo a conquistar azafatas, ja ja ja” “ja ja ja, si. Eran buenos tiempos” “¿y que pasó con esa azafata que anduvo contigo bastante tiempo?, ¿Lisette se llamaba?” “creo que si. No sé, no la he visto, pero me gustaría verla, ja ja ja” “como sabes si la ves aquí. Oye Raúl, todavía tienes hasta el jueves para ser soltero” “buen punto, sería una buena alternativa” “ese es mi vuelo, ¿bajemos?” “vamos”.
“Hasta pronto, que te valla bien. Cualquier cosa me llamas” “esta bien, gracias, nos vemos”.
Esta si que es buena. En verdad no me lo esperaba. Parece que este día recién comienza. Ese Emilio me trae buena suerte. Mmm... y está mejor que nunca, ok ya me vio. ¡Que sexy! Ojalá no tenga vehículo.
“Lisette Maldonado, como estás” “que tal, tantos años. No esperaba verte aquí” “aquí nos conocimos, ¿no te acuerdas?” “si, es verdad. Que bueno verte. ¡Estás más guapo!” “gracias, tú no estás nada de mal” “tan galán como siempre” “¿te llevo?” “bueno, así aprovechamos de conversar” “que bien, vamos”.
“¿Bueno y que dices?” “esta bien, vamos”.
Extrañaba este cuerpo, uno de los pocos que extraño. No sé porqué, ella tiene algo especial que me atrae mucho más que cualquier otra mujer de mi notable soltería. Bueno, aparte de su físico obviamente. Mmm... esos labios, tan... carnosos, suaves, rojos, exquisitos, sabrosos... para qué hablar de su lengua, magistral, húmeda, de movimientos precisos y apasionados. Que rico, me gusta que me besen el pecho... así... exactamente así... es mi turno. Mmm... sus senos blancos me recuerdan... la cordillera, así es, la cordillera, blancos, grandes y puntiagudos. Y la cima, rozada, con su aureola de tamaño perfecto, no me gusta muy extenso. Ella se posa encima de mí, mientras que yo comienzo a explorar todos sus rincones con mis manos. Tiene buen movimiento de caderas. Mira constantemente el techo, con espejos, al mismo tiempo que se queja con un gozo extremadamente extasiado, casi eterno, mordiendo sus labios, apretando mis brazos, mis hombros, desordenando mi cabello. Yo beso sus dedos, masajeo sus senos, tomo sus nalgas y las aprieto, ayudándola en su incansable técnica de caderas, cada vez más sofisticada. Ahora la tomo y la acuesto, me toca a mí mostrarle mi gran movimiento pélvico. Beso su cuello... qué aroma, me hipnotiza, me vuelve loco. Y el olor en sus cabellos tan cautivante, encarcelador de mi sentido del olfato, atrapado en esa cabellera larga, suave, brillante y de un color marrón. Siento su gemir en mi oído derecho, mas bien entra por mi oído derecho recorriendo todo mi interior dejando un escalofrío orgásmico en cada célula de mi cuerpo. Ahora si que grita, ahora si que grita... yo todavía no me canso. “¡No me rasguñes la espalda!” “disculpa... es que...” “shhhh, no hables. Solo siente...”. Todo su cuerpo suda, el mío también. Mis manos se resbalan por sus piernas, sus manos se resbalan en mi espalda esparciendo todo mi sudor. La temperatura aumenta vertiginosamente, ya es imparable, mi orgasmo es imparable, lo siento venir, el placer aumenta rebozando la realidad, el éxtasis electrifica mi sangre. Ella me envuelve con sus piernas. Mi orgasmo ya en vida atraviesa su cuerpo y la contagia. Paralizaría este momento, lo haría perpetuo. Su agitación parece calmarse, la mía también. Ahora el descanso, la abrazo, ella me abraza, coloca su cabeza en mi pecho, yo cierro los ojos, la acaricio. Los dos desnudos sobre la cama, prendo un cigarro, la guinda de la torta.
“Raúl” “qué” “estuviste genial” “gracias, cuando quieras” “ja ja ja, que bueno saberlo”.
No es muy tarde, leeré un poco antes de comer. No sé que haría sin este sillón, mí sillón, tan cómodo, es perfecto. Su aterciopelo negro está hecho para mí, para leer y junto a la mesita para dejar el cenicero y como no, mi Jack Daniel’s.

“Don Raúl, llamó la señora” “¿así?” “si, le dije que usted había salido y que no sabía a que hora iba a volver. Parecía muy apurada, no me quiso dejar ningún recado. Lo único que le entendí es que parece que iba volver antes de lo previsto” “esta bien, gracias Matilde”. Tengo que aprovechar antes que llegue Andrea para asesorar esa santidad que tanto me hace ojitos. Cada vez la veo más deseosa, esperándome, a punto de sacarse la primera prenda.
Se apaga la luz. ¿Qué pasa? Unos tacos se acercan lentamente. No me muevo. Los pasos han cesados, detrás de mí. Siento una mano en mi hombro. No me muevo. Comienza a deslizarse en torno a mi pecho. Ahora la otra mano, me acaricia el rostro sutilmente. Comienza a excitarme. Tomo sus manos y las acaricio. Me besa el cuello, me besa el rostro y comienza a respirar en mi oído. Tomo su rostro, pero saca mis manos. Ella lleva el control. Me gusta así. Me desabrocha la camisa, juega en mi pecho, baja y baja, pero se detiene en mi abdomen. Ahora sube y sube, roza con la yema de sus dedos los vellos de mi pecho, ahora los sube a mis labios rodeándolos, los toca, los acaricia. Se va. ¿? Se acerca nuevamente. Toma mi cabello, lo desordena, lo besa. Me venda los ojos. Que interesante. ¿Con qué? No importa, no es lo primordial. Se acerca y se sienta en mi pierna derecha. Nos besamos, me besa. Mmm, besa muy bien. Acaricio sus piernas, al desnudo. Se levanta. Me levanta. Me toma de la mano y me lleva a la habitación, eso creo. Así es. Me tira de espaldas a la cama. Se monta encima. Le saco la blusa... y comienza el movimiento de caderas. Quiero llevarla a ella de espaldas a la cama. No me deja. Al parecer quiere terminar así. Es excitante hacer el amor con los ojos vendados, pero de todas maneras me gusta observar cada detalle de este tipo de actos coloquiales. Me saco la venda, pero la habitación esta oscura por lo tanto la situación sigue igual, con ella montada encima mío y yo excitado al máximo. Pasa un tiempo no estimado y al parecer a sido largo. Ahí viene, ahí viene...
- Matilde.
- ...
- Matilde.
Debe estar cansada. Iré a buscar un cigarro. ¿Dónde los dejé? ¡Ah!, en la sala. Matilde dejó la luz de la cocina encendida, la iré a apagar. ¡¡Pero...!! ¿Matilde? ¿Cómo...? “¿Qué le pasa señor?, ¿se siente bien?” “ ¡¡pero... que haces acá!!, ¿tú no deberías estar...?”. Regreso corriendo al salón... esto no puede estar pasando... ¿Y esas maletas?...

miércoles, octubre 05, 2005

Incertidumbre cierta, certidumbre incierta.


¿Qué sacamos con aferrarnos a algo, cuando todo está parado sobre lo incierto y con matices erráticas? Según esta tesis: ¿cuál sería el sentido? Podría responder. El sentido es aferrarse al presente y proyectarse hacia un futuro, ya sea lejano o cercano. Pero, no podemos andar por la vida sólo aferrados a un presente, permitiría una situación caótica con respecto a esa supuesta proyección y seguiríamos en lo incierto del incierto futuro y, creo que a esa incertidumbre hay que hacerla cierta y no comprenderla como cierta cuando ya es cierta, sino hacerla cierta respecto a lo que nosotros queremos como certidumbre. Ahí viene la tormenta. ¿Y si nos llueve lo errático? Ya sé, ya sé… pararse porque las cosas no se han acabado y hay que seguir luchando contra la adversidad… pero eso no nos dice algo, eso nos dice nada… ¡entonces! Reitero: ¿qué sacamos con aferrarnos a algo, cuando todo está parado sobre lo incierto y con matices erráticas? ¿Correr el riesgo? ¿Pensar ciegamente en aferrarse a las cosas creyéndose seguras de permanencia y sin errores? ¿Aferrarse a algo como convicción que es lo único que se puede hacer estimulando una felicidad enmascarada? ¡No! Hay un sin manejo de situaciones en lo que respecta a nuestras posibilidades, a nuestros propios límites; por lo tanto, no hay nada más que hacer que dejarse guiar por la voluntad de la incertidumbre que es… lo que no queremos, por supuesto. No obstante, eso está claro desde ya. Luces que esclarecen lo esclarecido, oscuramente súbito, en el sueño más extrañamente presente en lo enrarecido de las imágenes que se presentan ante nuestros ojos como vagos colores distorsionados, haciendo alusión a lo que es y lo que no es, de lo cierto e incierto, de lo banal y profundo, de la verdad y la mentira, del dolor y la agonía, de la oscuridad y la sombra, de la sombra a la oscuridad; que te acogen de la manera más maternal posible, sirviéndote un trago, ofreciéndote un cigarro, para poder apaliar las complejidades y para asegurarte que son parte de tu vida y no solo como un concepto, sino como metáfora a tu vida, como literalmente da a conocer el concepto en ti… ¿y qué hacer? No puedo redimirme de la informalidad en que me refiero… tampoco puedo librarme de la responsabilidad que me compromete a darle vueltas al asunto… no es que se me hallan acabado las palabras, sino que no hay concepto a erigir coherentemente, o por lo menos no soy la persona indicada para aquello… ¿incierto?... ¿errático?... ¿futuro?... ¿aferrarse a lo incierto?... ¿conteniendo matices erráticas?... disimular el olvido… disimular el dolor, la soledad, la agonía, la estancia sobre la nada, parado sobre algo que no se sabe si es, comiendo incertidumbres correctas o banales, caminando sobre el terciopelo áspero de la ceda incierta, simplicidades en la palma de la mano como correcto concepto racionalista con aires sensacionalistas de un autocentrismo intransigente, ¿o una pasión desenfrenada a los pies del abismo incierto? Ya no me refiero a un vacío, ya no me refiero a la nada como posibilidad cierta de esta condición, ya no me refiero a una pasión alocada que varía desde la inmadurez al masoquismo, es… una pasión desenfrenada a los pies del abismo incierto. Pasión desenfrenada, estamos de acuerdo. A los pies del abismo incierto, también, ya que no sé que pasará con este abismo, que es distinto, es incierto, podría sentir nuevamente la vesania descontrolada de una impotencia con respecto a lo requerido y necesitado impetuosamente, sanamente, pasionalmente y sinceramente. O podría caer en el odio de amar consecuentemente cayendo desde ese abismo que puede ser interminable hasta el punto de encontrarme cara a cara con ese amigo que me ha visitado un par de veces: la muerte. Quizás no como muerte en sí, sino como muerte de los sentidos temporalmente, por tiempo indefinido, siendo un parásito de la condición vegetal de mis sentimientos y sentidos, viendo cada neurona, una a una, caer como estrellas fugaces al amparo de mi caos irreversible hasta provocar un nuevo Big Ban… pero ya no estamos hablando de solo una pasión, la pasión ya pasó a ser parte de este nuevo mundo en mí, que contempla la pasión como un factor adicional a la gama indescifrable de esta intangibilidad inusual que conforma cada milímetro de esta tierra para conformar lo que siento. Siento, palabra corta, resumida e insondable de lo que queremos expresar fácilmente. No podría explicar detalladamente ese mundo de intangibilidades que se adentraron en mi vida. Siento, para resumir. ¿Estamos adheridos como rémoras al masoquismo intrínsecamente? Al parecer, si. ¿Y que pasa con las personas que no quieren aceptar ese masoquismo? ¿Y qué pasa con esas personas que saben que es así pero se escapan de ello de la manera más indigna? ¿Qué pasa con esas personas que no aceptan este concepto y recurren al dolor individual como sacrificio a sus “supuestas maldades”? ¿Qué pasa con esas personas, ciegas de lo burdo y amigas de lo ingrávido? De eso que no tiene cabida ni en el racionalismo ni en el romanticismo, de esas que no advierten una proyección cierta de lo que realmente quieren como certidumbre… que más da… la solana del impredecible clima nos llueve sumergiéndonos en un vaso de agua, fácil, corto, sondable; pero es aparente, ese vaso de agua es en realidad nuestra propia irrealidad indudablemente real que tiene tonos distractores… en realidad es un mar, insondable, impredecible, con un oleaje indómito, que parece ser infinito porque solo ves lo que tus ojos te permiten… pero sabemos que eso no lo es todo… por lo tanto, a la luz de la primicia, en vez de buscar una respuesta coherente y sólida… la respuesta es: ¿qué sacamos con aferrarnos a algo, cuando todo está parado sobre lo incierto y con matices erráticas?... una ves lo dije, pero lo vuelvo a reiterar: nuestras respuestas están en nuestras propias preguntas… no hay nada más que hacer, en el mundo de la incertidumbre somos casi la nada, juguetes de las estipulaciones y entregados a los muchos caminos que contienen un final o la desaparición…

lunes, octubre 03, 2005

¿Te das cuenta?


…¿Ves? ¿Ves como laten mis ojos al mirarte?... ¿Sientes? ¿Sientes como mira mi corazón al tuyo?... ¿Oyes? ¿Oyes como mi mirada grita mis impulsos?... Mi sangre fluye y fluye… tu silencio mudo y mudo, mis ojos abiertos a contemplarte, a contemplarte abriendo sus pupilas, ventiladas plácidamente por tu belleza, que se posa en mi retina y que no debe salir y que no quiero que salga… ¡y que tú no quieres que salga!... Tu sangre ha cambiado el flujo, dirigiéndose hacia mí, dirigiéndose hacia mi entorno y contorno y mi contorno se adhiere a tus pensamientos, como sincera sonrisa a tus labios, que cambian de sabor al pensar en los míos y estos cambian el suyo al imaginar los tuyos, al imaginarlos acercarse poco a poco, saboreando la corta distancia, magnificando cada segundo, impacientándose en cada milésima y mirando el deseo puro, los dos, atraídos por la grandilocuencia de lo implícito y secreto, los dos, atraídos por el estupor repentino e incansable de la magnificencia natural e ingenua suprema a nuestras razones… ¿Percibes? ¿Percibes que somos condenados?... Condenados a mirarnos, condenados a acariciarnos, condenados a abrazarnos, condenados a no alejarnos, condenados a besarnos, condenados a suavizarnos mutuamente nuestras pieles, pieles adherentes, pieles incansables, pieles inherentes, pieles inseparables, pieles que se hablan, pieles que se acarician sutilmente, pieles que se besan, pieles que se miran… estamos condenados a ser vasallos de nuestros impulsos, estamos condenados a reflejarnos el uno a al otro, estamos condenados a ser condenados… ¿Piensas? ¿Piensas que mis pensamientos piensan en ti? Si, lo piensas y yo también lo pienso… es así… si, si oigo como tus pensamientos llaman los míos, haciéndolos callar por la magnitud de estos, que piensan y piensan… piensan y piensan en… palabras banales… no las quieres pensar, ¡entonces no lo hagas!... siente la melodía del ronronear de nuestras pasiones, siente que el mundo se está acomodando a nosotros, siente que está cómodo, cómodo al abrigo de nuestro abrazo, cómodo sentado en nuestro regazo, acostado en nuestros pechos, acariciado por el dulce tenor de nuestras miradas, que se toman de las manos para volar por donde tú quieras, para volar sintiendo la brisa aterciopelada de lo que nuestra ternura emana… ¿Te sientes? ¿Te sientes desvanecer junto al sonido suntuoso del roce de nuestra respiración?... ¿Alcanzas a ver la luces que aspiran nuestros sentidos y nos expiran sintiendo que estamos juntos?... el disimulo no tiene cabida, las miradas mudas nunca existieron… los labios que se movían sin hablar cesaron en el momento en que nos miramos directamente a los ojos profundizando la profundidad verdadera y emanando desde nuestros suspiros, la pasión verdadera…

sábado, octubre 01, 2005

Secuestrado por la noche.


¿Un grito al vacío?... creo que ya lo he hecho antes… ¿un grito por un vacío?... creo que también ya lo he hecho… ¿entonces que? El secuestro siniestro de nuestras voces que despiertan al calor de la noche, noche de insomnio, noche de imágenes desgarradoras que sucumben cuando cierro los ojos, en esta noche, noche tétrica, noche de interminables palabras que bajan desde la habitación yerma, desde ese zumbido insaciable, desde esa insaciabilidad sombría que cae zumbándole a mis oídos que es de noche, esta noche, noche viva, noche cálida, noche de estrofas al miramiento ciego legado a los ojos del mundo que miran esta noche, noche muda, noche silenciosa, noche oscura que esclarece el ritmo típico del sonido infaltable para esta noche, noche apasionada, noche emocional, noche mimetizada con mis pupilas entregadas a la vesania desatada, desatada por el desenfreno acústico de mi captura, en esta noche, noche inusual, noche atípica, noche casualmente al destape funcional de la sincronización de mis neuronas, que piensan en esta noche, noche limitada, noche sondable, noche susceptible a la resignación serena por una pérdida, la pérdida del tiempo, que avanza y avanza perdiéndose cada vez más en esta noche, noche corta, noche regresiva, noche absoluta, noche evasiva, noche resplandeciente de mis temores más inusitados, noche de mis razonamientos más banales, noche de mis impulsos más insospechados e insaciables, noche escurridiza, noche discontinua, discontinua por el implacable ardor del vacío del tiempo, que golpea nuestra consecuencia, haciéndola sentir su ironía, espantosa, graciosa, preocupante y desconcertada, como esta noche, noche de ensueños, noche de recuerdos estúpidos que se pasean por las paredes de este lugar dejándose escritos con tinta melancólica, dejándose implícitos con memorias rígidas e inalcanzables, inalcanzables como esta noche, noche divina, noche terrenal, noche hermosa, noche extraña, extraña como el deseo de los cuerpos con vida, extraña como las ganas mudas de la atracción sin vergüenza, extraña como los movimientos del mundo en concordancia con la naturaleza irreal de lo explícito, explícita como esta noche, noche siniestra, noche angelical, noche durmiente en el regazo de la profundidad enloquecedora y suspicaz, intransigente y sagaz, transparente y visible, como esta noche, noche de euforia, noche improvisada, improvisada como los pensamientos que nacen y mueren en el intento de convertirse como tal, improvisada como los instintos que sueñan en convertirse en el ruiseñor de un supramundo ligado indómitamente a un inconsciente disimulado que corre por nuestras venas, sangrándole a nuestro cerebro, fabricador de todo lo que queremos oír, ver y sentir, fabricador del miedo que nos hace acongojarnos en las faldas de la intangibilidad, cuando ella nos roza el cabello, o cuando ella nos habla al oído, o cuando ella nos escarmienta los sentidos, o cuando ella nos mueve el cielo, haciéndolo llorar, haciéndolo reír y respirar, suspirar y mentir, enojar y temer, desconfiar y amenazar, haciéndolo profundo, interminable, indescifrable, infinito, precioso, armonioso, misterioso y lejano, lejano, como esta noche, noche cercana, noche especial, noche despierta, noche alegre, noche melancólica, noche resignada, noche oculta, noche lóbrega, anochecida por esta noche que ha secuestrado mi voz, mi razón, mis impulsos, mis instintos, mi silencio y mis recuerdos, así como también… mi grito al vacío…