Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Que no es mío… y no es de nadie
Pero sigue siendo de todos
Aún así me espera sin hacerlo
Ese enlace sinfónico
De imágenes elocuentes
Donde se oculta la lágrima fugitiva
De mis fuerzas y mi entereza
Caída como cascada
Pero sustentada como roble
¿Sustentada de qué?
De mí…
De mi… fragilidad
De mi pudor, de mi torpeza y mi ingenuidad
Mimetizados en un bosquejo tragicómico
Que roza las hojas de los árboles
Que diluye el pensamiento estético
Que se enreda en el aire
Que nubla de miradas la razón.
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Que parece querer ser parte de mí
Vistiendo mi cuerpo
De harapos surrealistas y oníricos
Dando de comer a esta alma
Que vaga por cada lugar
Siendo de nadie
Siendo un callejón olvidado
Que solo se ve en blanco y negro
Como querer pintar el pasado en un cuadro
Como mirar el cielo y verlo gris
Acompañado de matices sabor a incertidumbre
Sabor al abismo eviterno
Sabor ha desconocido y profundo
Es temer…
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Que me llama
Y quiero y no quiero
Enfriarme y paralizar
Dejar de hablar
¿Cuántas noches más tendré que ser noche?
Y endulzarme de lunas y sueños
Seduciendo siempre de manera distinta mis estrellas
Que son tantas… y yo casi no soy
¿Cuántos sueños más nacerán soñándome?
Y despertarlos de mi interior
Muriendo de a poco
Pensando siempre de manera distinta cada mañana
En que el alba no es más que un pestañeo
De la podredumbre de las sombras.
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Triste y olvidado
Dejando a lo lejos el oleaje sereno
Y la bruma romántica
Más no poder adherirme y fluir
Como río incesante de sangre
En las venas ciertas y canalizadas
Donde navegan las risas y la cordura en potencia
¿Cuántas miradas más tendré que cerrar para poder mirar?
Y no arruinar una pupila ciega
Malgastada en visiones inexistentes
Metafóricas y abstractas
Donde el síndrome es la ilusión
Y no la esperanza.
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Que sin pensarlo lo siento
Mucho más que antes
Enfriando el calor del café
Adormeciendo el color del entorno
Masajeando el temblor tenue de mis manos
Que llorando se esconden
Y se duermen
Se duermen lejos y yo no las alcanzo
Como no alcanzo mi mirada
Como casi no alcanzo mis recuerdos
Dormidos ya
¿Cuántos días más se volverán eternos para poder dormir?
Y disfrazarme de novela en un libro cerrado
Como personaje antagónico de la agonía constante
Como un simple cuadro al contexto de otro dolor
¿Cuántos crepúsculos más se esconderán de mis ojos?
Ahora que trasiego
Ahora que, tullido y condenado, me estremezco
¿Cuántos fríos más tendré que sentir para enfriarme de otra manera?
Y ya no poder decir: otra vez vuelvo a sentir “ese” frío…
¿Cuántos acordes más tendré que escuchar para poder tocarlos yo?
Ahora disfrazado
De mí…
Que no es mío… y no es de nadie
Pero sigue siendo de todos
Aún así me espera sin hacerlo
Ese enlace sinfónico
De imágenes elocuentes
Donde se oculta la lágrima fugitiva
De mis fuerzas y mi entereza
Caída como cascada
Pero sustentada como roble
¿Sustentada de qué?
De mí…
De mi… fragilidad
De mi pudor, de mi torpeza y mi ingenuidad
Mimetizados en un bosquejo tragicómico
Que roza las hojas de los árboles
Que diluye el pensamiento estético
Que se enreda en el aire
Que nubla de miradas la razón.
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Que parece querer ser parte de mí
Vistiendo mi cuerpo
De harapos surrealistas y oníricos
Dando de comer a esta alma
Que vaga por cada lugar
Siendo de nadie
Siendo un callejón olvidado
Que solo se ve en blanco y negro
Como querer pintar el pasado en un cuadro
Como mirar el cielo y verlo gris
Acompañado de matices sabor a incertidumbre
Sabor al abismo eviterno
Sabor ha desconocido y profundo
Es temer…
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Que me llama
Y quiero y no quiero
Enfriarme y paralizar
Dejar de hablar
¿Cuántas noches más tendré que ser noche?
Y endulzarme de lunas y sueños
Seduciendo siempre de manera distinta mis estrellas
Que son tantas… y yo casi no soy
¿Cuántos sueños más nacerán soñándome?
Y despertarlos de mi interior
Muriendo de a poco
Pensando siempre de manera distinta cada mañana
En que el alba no es más que un pestañeo
De la podredumbre de las sombras.
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Triste y olvidado
Dejando a lo lejos el oleaje sereno
Y la bruma romántica
Más no poder adherirme y fluir
Como río incesante de sangre
En las venas ciertas y canalizadas
Donde navegan las risas y la cordura en potencia
¿Cuántas miradas más tendré que cerrar para poder mirar?
Y no arruinar una pupila ciega
Malgastada en visiones inexistentes
Metafóricas y abstractas
Donde el síndrome es la ilusión
Y no la esperanza.
Otra vez vuelvo a sentir ese frío
Que sin pensarlo lo siento
Mucho más que antes
Enfriando el calor del café
Adormeciendo el color del entorno
Masajeando el temblor tenue de mis manos
Que llorando se esconden
Y se duermen
Se duermen lejos y yo no las alcanzo
Como no alcanzo mi mirada
Como casi no alcanzo mis recuerdos
Dormidos ya
¿Cuántos días más se volverán eternos para poder dormir?
Y disfrazarme de novela en un libro cerrado
Como personaje antagónico de la agonía constante
Como un simple cuadro al contexto de otro dolor
¿Cuántos crepúsculos más se esconderán de mis ojos?
Ahora que trasiego
Ahora que, tullido y condenado, me estremezco
¿Cuántos fríos más tendré que sentir para enfriarme de otra manera?
Y ya no poder decir: otra vez vuelvo a sentir “ese” frío…
¿Cuántos acordes más tendré que escuchar para poder tocarlos yo?
Ahora disfrazado
De mí…