sábado, septiembre 30, 2006

Diálogos para mí, en mí y para más...



Diálogo sexto.


- Escribo para denunciar, esta analogía que me tiene loco. Es ella… la razón, que no me gusta como se comporta a veces, ¡Es que es tan cierta a veces que me limita! Y no me gustan los límites… menos este tipo de límites, que me han hecho presenciar la muerte más grosera, cobarde y triste. No puedo hacer más que resignarme al hecho, está fuera de todas mis posibilidades e imposibilidades. No puedo creer como tenemos el enorme poder de dar muerte y no para hacer perdurar una preciosa historia. Me indigna todo esto, la ira comienza a rebozar mi enorme paciencia, carcomiendo mi sensibilidad, alimentándome ahora con la vesania en su máxima expresión. Tranquilidad. Lo sé… respiro, está bien. Puedo soportarlo (¿Una vez más?). Me remonto hacia algunos años, hacia algunas distintas situaciones en particular y vuelvo a retomar aquel tema que muchas veces no pude llegar a un consenso decente. La notable rivalidad entre pasión y razón. ¿Quién la entiende? ¿Quién puede soportarla? ¡Si es tan hiriente! ¡Tan irónica e irreverente! Tengo la seguridad de decir que soy un hombre bastante razonable, que cree en la razón, no tan fervientemente, pero es indispensable y necesaria. También, soy un hombre bastante pasional, que se deja llevar por ella, que la siente y se enamora… la pasión, impulso incontrolable y ciego que carece de finitud y dirección. En tanto, el hombre debe poseer aquellas dos virtudes y, debería mantenerlas en equilibrio para encontrar el bienestar. De acuerdo. Pero, ¿Qué hacer cuando debemos decidir utilizando solo una de estas virtudes dejando a un lado el equilibrio? ¿Qué debemos seguir, la pasión o la razón? Increíble, cierto. Podríamos responder que para algunas cosas hay que seguir la razón y para otras la pasión, no es bueno ser tan extremista, ya que para cada cosa hay una delicadez sustancial que necesita de un dominio de virtudes. La pasión incontrolada en la situación equivocada hace daño. Como también podríamos decir que la razón muy controlada en la situación equivocada nos limita de ciertos disfrutes. He ahí el equilibrio entonces, sentir la pasión y dejarse llevar por ella, pero, sustentada, basada, argumentada por un razonamiento previo que nos sirva sólo como una pequeña luz que nos guíe en el oscuro sendero de las ciegas pasiones… cierto. Pero ahora llego al punto esencial. En la práctica es muy difícil plasmar todo esto y actuar como con instrucciones para cada momento… simplemente no se puede. Estamos hablando de situaciones de vida, “vida”, la vida no tiene un manual, no tiene un formato. Por lo tanto, como seres masoquistas que somos vamos siempre a primar la pasión por sobre la razón, es evidente. Yo siempre lo he hecho así, por más que quiera razonar en los momentos más necesitados de razón pura, no me ha sido posible, simple y complejamente porque la pasión me sobrepasa ante cualquier concepto y precepto. ¡Y les pasa a todos! No soy el único. Aunque el problema radica esencialmente en el momento que la razón se sobrepone ante todo, cuando se vuelve implacable, irreversible, imponente y casi suprema… es allí, el pequeño problema, ¡Es allí mi denuncia! Cómo una realidad tan completa de verdad y razón puede llegar a ser tan fría… tan cruda. ¡Cómo puede ser tan insensible que, sin escrúpulos da una puñalada por la espalda a la pasión! Negándole la subsistencia, acaeciéndole la inexistencia como único camino viable. Haciéndola entender que, el tiempo se encargaría de la putrefacción del todo intangible. Crudo. Pero lamentablemente cierto. La razón tiene todo de su nombre esta vez… y eso es lo más triste y lastimero, ya que la razón se sostiene de una convicción mental, sin embargo, esta debe ser recordada para darnos cuenta de su existencia y la pasión es una situación que está adherida en la piel, que roza cada uno de los detalles tangibles e intangibles de nuestro ser, que se acomoda en nuestros sueños, que se mimetiza en una mirada incierta, que envuelve nuestros ojos extasiando el paisaje… entonces, ¿Qué es lo más significativo y difícil de borrar? La respuesta es evidente. Por eso es doloroso que la razón venza todo, pero eso todo se vuelve más insípido y marchito, por eso dar muerte de esta manera es la sensación más impotente que exista. Es decir, sabemos que lo más razonable es desconectar a una persona en estado vegetal irrecuperable en vez de permanecer así, como una planta, el resto de sus lamentables días. Una inyección y listo. Sabemos que es lo más cuerdo, aunque duela. La razón mata… la razón provoca la muerte insostenible de muchas situaciones. Estoy viviendo en carne propia la muerte. La muerte de nosotros. Cuento, nosotros falleció trágicamente siendo víctima de la eutanasia, murió en manos de la vil razón… es vil porque es cuerda… ¡Yo no necesito cordura! Nosotros está siendo velado en la más triste de las despedidas, creo que puedo soportarlo, ya lo acepté… aunque eso no quiere decir que no estoy destruido por dentro, el dolor recorre mis venas y la pena llora acurrucada en el regazo de mi corazón. La rabia es un concepto que en este momento aflora en mí… es que no puedo hacer nada, al parecer la eutanasia era la mejor muerte que podría haber tenido nosotros… te extrañaré.

miércoles, septiembre 20, 2006

Diálogos para mí, en mí y para más...


Diálogo Quinto.
- No es tomarse un café por beber algo. Es el sabor especial de una mañana fría, nublada de tristeza y agotada de sueños sugerentes invadiendo la relativa realidad. Sentarse en un espacio vacío y visualizar un contexto cristalino, lleno de formas deformadas y colores opacos, siendo tú mismo un matiz, o la matriz la cual es circundada por bellos pensamientos que se abrigan con el aroma exquisito de esa taza de café. Mis ojos descansan en el tibio andar de los minutos, suspicaces y misteriosos, que a veces vuelan al amparo de la vertiginosidad pasando inadvertidos con respecto a nuestra concepción y a veces duermen en el regazo de la serenidad, buscando cobijarse en un paralelo de concepciones surrealistas basadas en una idea de acompañamiento abstracto, allí, donde los ojos caen en una quimera que envuelve sueños, esperanzas e ilusiones, emprendiendo vuelos sobre lugares inimaginables, así es, esos lugares… donde un remoto clímax nos llueve siendo la propia cornisa la cual nos adentramos y, asentados, nos enternece la inamovilidad de las cosas, nos enternece la sapiencia del tiempo que duerme en esos momentos librándonos de la cuenta regresiva la cual acaecemos y adolecemos. Y en un esfuerzo casi supremo, pienso… logrando el nacimiento de nuevos acordes mentales, que salen a contemplar aquella lluvia de clímax permanente que acaricia todo a su paso, que pule la suntuosidad de las cosas en este lugar, que paraliza la secuencial vejez, que recita sonrisas resplandecientes, que llena de crepúsculos cada escena en cada pestañeo… aquella lluvia, rebozada de temple y convicción, rebozada de carisma y ansiedad, rebozada de supuestos de eternidad. Aquel café, tibio y sabroso, aquella mañana, fría y ansiosa, aquella mirada huérfana y nublada, intensa hasta el agotamiento, perdida hasta el sin lugar.

lunes, septiembre 11, 2006

Diálogos para mí, en mí y para más...



Diálogo Cuarto.



- ¿Adornar? ¿De qué se trata esto? Es como poner un cuadro de Goya en un mural de grafiteros. Definitivamente no. Es que no se puede adornar lo que por esencia es aberrante, lo que por motivos al azar se degrada. Sería caer en el estimulo de la indecencia por querer tapar el sol con un dedo. Lo que es, es y nada más. ¿Porqué no aceptar que nos inundamos y nuestras canaletas rebozan de fracaso? Así es. Los días grises nos quitan el arrebol de la sensibilidad y caemos desesperanzados corriendo como niños a los brazos de una ilusión, que nos abraza y nos besa la sien haciéndonos parecer ridículos ante la espera de la nada. Es que no se puede esperar nada, por eso nos transformamos al vació, por eso caemos mimados por el abismo, por eso anochece cuando esperamos que el sol nos abrigue, por eso el tiempo pasa y nos sentimos inútiles. La nada… la nada misma, en persona. He ahí que buscamos un sustituto, para no sentirnos tan decadentes, para que el espejo no se ría en nuestra cara… a carcajadas y soberbio de ser quien es, moderando una sutil ironía.
Adornos… hay que plasmar, integrar, componer, constituir; no idealizar en desfase, no pintar de blanco el negro, no suplir con detallitos menores lo grandilocuentemente viciado. Es como tratar de perfumar la hediondez, como intentar ganar sin hacer, como hacer no haciendo, como dormir sin descansar, como comer sin digerir. Si adornamos caeríamos en la réplica de la suciedad, sustituir lo insustituible, prescindir de la verdad a cuesta, que de verdad, es más una realidad cruda sin teñirse de la cocción consecuencial. De allí aprendemos a disfrazarnos, para jugar con la realidad, para condimentar un suculento estofado de diversión, de cuál, tácitamente vamos adoptando aquel disfraz, que se adhiere sin querer, aunque nosotros en un querer secreto lo hacemos parte; lo sabemos, no sabiéndolo.

- Suena bastante denigrante, ¿Es realmente así?

- Es realmente así. Aunque, hay que distinguir, se hace de manera casuística, por supuesto. Por ejemplo, hay quienes adornan, pero con el tiempo ese adorno ya no es lo que por esencia fue, sino que se convierte en el estampado natural, como suprimir todo y crear de nuevo, por lo tanto ya no sería un adorno, ya no se estaría frente a la situación tácita de ocultismo. Es la producción del tiempo, que permite a veces suplir aquello de lo cuál necesitamos adornar, saneándose implícitamente, convirtiéndose el antagonismo, que es el adorno, a protagonismo; y el protagonista opacado muere, siendo el desenlace un nuevo sol que abriga y alumbra, una nueva noche estrellada que inspira, una única mirada profunda y desnuda, un nuevo regocijo a las puertas de la redención.

- Entonces, ¿Qué pasa cuando se adorna en situaciones que necesariamente tienes que hacerlo para proteger lo adornado y que, no es una degradación, no es una ciénaga por la cuál nos avergonzamos, sino el querer perpetuar algo hermoso que por distintas situaciones no se encuentra en el momento?

- Puede o no puede ser loable, dependiendo de las distintas maneras en que se vea aquello o, dependiendo qué tipo de adorno se ha impuesto. Me parece más noble dar a luz a un adorno básico para tampoco opacar la realidad preciosa que está a lo lejos… allí no cabría ningún arquetipo de sustitución ni algún supuesto aunque sea lejano de secundariedad. Esto es, los segundos siempre querrán ser los primeros, allí hay un indicio de peligrosidad, ya que sin querer el adornillo básico actuaría por si solo buscando la oscuridad a su espalda y ser un farol, único y resplandeciente siendo tu inexpugnable opción.

- Es decir, nacería otra arista a la supuesta situación…

- Son consecuencias de un hecho como todas las cosas, por eso hay que cuidarse de los efectos, actuar con guante de seda, inadvertidamente, siendo una sombra en la oscuridad. El mundo es tan amplio y por tal cada cosa es inmensamente delicada, detallada hasta el más no poder. De allí que pensar en una situación, es pensar en un todo extendido porque son las extensiones las que no divisamos y por tal nos sorprenden de distintas maneras, es decir, los efectos relativos al hecho nacen en el punto de congestión en que limita el todo para extenderse abstractamente y siempre ligado al mismo mundo que, ya dicho, su horizonte está mucho más allá que el nuestro.
Por eso el adorno básico, colgado sobre la nada, sin sustento de realidad aledaña que de esperanza, que sea una burbuja flotando por la incertidumbre de tus necesidades, como estar no siendo, como ser no siendo algo o siendo algo en lo relativo; acudiendo al suspenso del próximo segundo lleno de adrenalina incierta y luego desaparecer…

miércoles, septiembre 06, 2006

Diálogos para mí, en mí y para más...


Diálogo tercero.



- En los tiempos de soledad lo obsoleto apremia si no es por eso no querriamos lo que ahora nos roza la piel no querriamos lo que bebemos siendo tu paladar el corazon siendo la bebida tu presente mas querido...
...Pensaba en una frase que dije hace un rato y la verdad es que en este momento la siento y la quiero más que nunca, es por el momento en que uno está viviendo, te das cuenta de muchas cosas, te das cuenta que sientes muchas cosas, a veces recuerdas que sientes tales cosas, tal frase…hace que nazca de mí un ímpetu majestuoso de lo que tengo entre mis dedos en estos momentos, lo que tengo entre mis labios, lo que tengo entre mi ser, lo que tengo entre mis intenciones y los hechos. Recuerdo lo obsoleto y me jacto, me da esperanzas, incluso me enternece, así es, sin embargo, no es por la esencialidad tal de eso que fue, sino más bien es netamente por que es obsoleto y aquello me llena de una energía y una satisfacción que bordea la soberbia tragicómica.

- Es increíble que una frase pueda sonar tan simple a veces, pero a la vez ser tan significativa.

- Es que realmente y por esencia no es simple, pareciese serlo. Esa aparente manía de superficialidad que nos invoca a todos de vez en cuando. No es simple, es que no podemos conjugar en una simplicidad aquello que se torna simple por una ceguez de profundidad en que adolecemos, por el contrario, reboza de complejidad, ya que es casi profética lo que puede llegar a ser una frase. En el momento habla, después cumple, y aquello no es para nada simple, de lo simple se adorna el diario vivir, es como lucecitas que colorean el ambiente. De lo complejo nos sustentamos para motorizar el avanzar por aquel sendero que cruzamos todos para llegar a ser nada más que materia para la entropía. De ello y aquello, todo es, todo no es, todo es ser, nada es no ser y para ser, hay que saber, quien no sabe no es lo que espera de su ser. Y no ser, es no existir. Y no existir es trágico para nuestras pretensiones mortales, banales y letales. Como saber… claro, no es un procedimiento ni existe una cátedra, no hay instrucciones ni palabritas de manual. De ello y aquello, se sabe siendo. Y si eres… es ser. Ahora caemos nuevamente en aquel círculo abstracto que no tiene principio ni final, fue, es y será. De lo que fue ya no podemos hablar, de lo que es tiene que ser mejor de lo que fue, aquello tiene que quedar claro, y lo que será, tiene que ser más de lo que fue es. Y así, circundados en eso abstracto tenemos que volver mejor para así avanzar mejor. Aunque mejor no lo es todo, no es un techo ni la cima de un pequeño avance. De ello y aquello, la evolución, para eso naturalmente servimos. Es cierto, somos la servidumbre de los experimentos de la naturaleza. De ello y aquello, la involución significa la debacle, el desastre, la tragedia humana, convirtiendo en retrógrado todo aquello que se espera para llegar a ser, creyendo ser, pero no siendo, más que un manojo de malaventura insípida que es, pero no será, sino la nada. Y de ello y aquello, punto final.