sábado, abril 27, 2013

Triste otoño




Y la noche caía
Como la mirada en el vacío
Desorbitada y desparramada
Atónita y vulnerable
Caía, y aún sin llegar
La vida había pasado
Dejando un vestigio somnoliento
En los albores de un pestañeo confuso.

La noche caía
Y con sus brazos oscuros
Abrazaba la eternidad
Una lágrima estrellada
Desaparecía tras el infinito
Como la sonrisa desaparece tras la congoja.

La noche caía
Y con ella,
Las hojas del otoño
¿Cómo no caer entonces,
el sol tras el horizonte?
Caen lentamente los párpados
¿Cómo no caer entonces,
La tristeza arrastrándose por la mejilla?

Cae la noche
Y con ella se hunde el día
Bajo la tierra
En un féretro lleno de memorias
Desaparece la vida
Como los besos tras esa boca fría.

Desaparece la visión
Así como nace el recuerdo
¿Cae la noche y no caeremos nosotros?
Cae la niebla como cae la cercanía
Caen las hojas como se desprenden nuestras
                                                          [manos.

La tierra abraza la distancia
Irrevocable ausencia
Nuestras miradas se desprenden
Como el pálpito y la quietud
Tu piel se desvanece
Como el tacto en mis manos
Tu figura se confunde ahora
Con el fondo del abismo que mis ojos ya
                                                          [no ven
Y la oscuridad de la noche donde mi mirada
                                                          [ya cayó.

Cae la noche
Atónita y fulminante
Nace un silencio ahogado
De aquel aire que ya no compartimos
Caemos como hojas de donde ya no pertenecemos
Somos el otoño, irremediablemente
La tierra nos abraza
Ahora somos un recuerdo.      


martes, mayo 22, 2012

Despropósito




Poso mis ojos en la distancia
Pero no la del prismático en la lejanía
Y observo el abismo de la misma forma que el camino
Una lluvia tibia humedece mi rostro
Confundiéndose con mis lágrimas, aciagas
Que lloran el recuerdo y lloran el deseo
Que lloran solas
Quizás por nada o quizás por todo
Y camino sintiéndome en el aire
Mirando la gente sin rostro
Denotando su ausencia (o tal vez la mía)
Y me arrimo a un cuarto oscuro
Como un animal sin ojos
Fumo, pienso, me alejo
Del camino
Del abismo.

Abro mis ojos sintiendo una agonía
Y los cierro sintiendo un consuelo
El insomnio comienza a ser la vida entera
Y la vida, un sueño sin propósito
Como un ave vuelo huyendo del invierno
Pero no es del invierno de quien huyo
Y tampoco huyo
Exhausto observo la luz siendo aplastada por la noche
Exhausto, añoro irrealidades mágicas
Perderme en mundillos íntimos
En cielos alternos
Ser tinta, ser papel, ser poesía
Porque no estoy aquí no tampoco allá
Tal vez esté en un acorde de blues
Desgarrado, cantinezco
En una guitarra carcomida por el dolor
Sublime
Olvidado.

Poso la mirada en el vacío
Y el vacío se posa en mí
Desfragmentándome hasta perderme
Como un puñado de polvo en el aire
Soy polvo, soy aire
Soy la insignificancia, soy polen
Poso mi mirada, exhausta
En el gentío prescindible
En el mismo sol cada tarde
En mis pasos inocuos, en círculo
Exiliado del tiempo, del calendario
Soy relatividad, soy percepción
No me busquen, pero no me olviden
Poso mi mirada en un punto muerto
Mientras la vida pasa
Soy melancolía
Soy azar
Soy la vida
Soy la muerte.

jueves, septiembre 01, 2011

La puerta del sueño




Miro la noche, un lugar complejo y extraño
Llena de ojos transeúntes
Y las sombras, como una estela invisible
Ausentes a cada mirada
Y una bocanada no hace más que profundizar
Ese ideal cósmico de sentirnos cerca de las estrellas
Como tal vez naufragar y sentirnos en tierra
Nuevamente una bocanada
Y el aire que golpea suavemente la piel
Un golpe que te atrapa
Un golpe que te desmaterializa
Y te expandes como una voluta de humo
Ascendiendo en figuritas aleatorias
Formadas por aquella imaginación inefable
Infinita, de rasgos ahora nocturnos
Y te mueves al momento de desparramarte
Y ser tocado por la humedad
Sentir ese frío que te aleja de las cosas
Huir y sentirte un paisaje para nadie
Otra bocanada
Y el murmullo que huye de cada rincón
Como si el silencio fuese una cajita musical
Que se abre en cada calle
Si, el silencio, tan armonioso
Que pareciese provenir de un violín
O tal vez un piano flotante
Una estrella sin voz
O las luces intermitentes de la ciudad a lo lejos
La noche, tan anónima
Tan secuaz de ella misma
Irrestricta
Serena al momento de hipnotizarte
Vertiginosa, al momento de absorberte
En esa complicidad a la deriva
Ese silencio sin timón
Una bocanada más, profunda y silente
Que te recuerda el delirio por la prontitud del sueño
Un lugar complejo y extraño
Lleno de ojos borrosos y dimensiones corrompidas
Un relato en tercera persona
Donde eres protagonista y narrador
El cual entras sin recuerdos
Para verte dando una bocanada una noche cualquiera.