jueves, noviembre 26, 2009

De la huida y su viaje inagotable


          

            Viajar es un lapsus. Un reproche, el reproche hacia la apariencia del entorno, que empieza por la superficie hasta la realidad más innegable. Viajar, es la careta de una búsqueda, pero no es más que una huida, un descanso casi desesperado, el disfrute de desvanecerse repentinamente, un grito ahogado que conoce su voz. Viajar, es un lapsus vertiginoso que te aleja del agobio, un bullicio que se torna silencioso, un vacío que se llena de nuevas sensaciones, una sensación que te libera en el aire, bajo el océano, entre la arena, en la caída de una cascada y en su ruido disonante, en la penumbra tras tus párpados, en la humedad de una lluvia distinta, en el asombro de tu mirada que se fija en la conjunción de nuevos colores, en el frío de una noche estrellada, en el aroma de la lejanía, en la quietud del olvido. Viajar, es desatarse los pies y correr, quedar ciego y lanzarse al abismo, sacar la voz y que nadie te escuche, ocupar los espacios, ver que el mundo se queda sin paisajes, sentir que el tiempo es un azar que ya no te incumbe, una preocupación que ya no te corresponde, sino sólo para envejecer, una realidad que ahora se preocupa de erosionar tu recuerdo. Viajar, es dejarse a otras perspectivas, fluir en otras percepciones, cambiar de ángulo las cosas, tomarse una fotografía y que salgas invertido; es mutar a cada momento, siendo a veces una ola en un mar infinito, siendo polvo transportado de brisa en brisa, siendo un horizonte mientras descansas acostado mirando el cielo, siendo un murmullo que deja el viento al pasar cerca de los árboles. Viajar, es arrancarse la piel en la huida, el pelo, las uñas. Viajar es una negación, una intransigencia; es quedarse sordo deliberadamente, un dialogo sin pausas entre tú y una noche de insomnio. Un monólogo que calla paulatinamente mientras desapareces, mientras huyes, mientras viajas. Viajar, es un lapsus indefinido, un paréntesis abierto en un párrafo aparte, un punto suspensivo que dé término al penúltimo capítulo, dando paso a una hoja en blanco en el epílogo. Viajar, es dejar un retorno presunto, una incertidumbre incomprensible; es dejar huellas sobre la tierra que terminen abruptamente, sin dejar lugar para buscar. Viajar, es arribar en una fuga hacia las huestes de la atemporalidad y lo etéreo, tan lejos como lo imposible pueda, tan imponderable como la inconmensurabilidad resista. Viajar…
            Quizá nada de ello fuere posible si no sientes esa libertad absoluta, aquella que te permite huir cuantas veces quieras, de cada lugar las veces que desees. Huir, un viaje incansable sin destino alguno, huir del lugar al cual nadie te encontró, hacia confines al que nadie se imaginaría buscarte. La huida, una caminata sobre una calzada sideral, contemplativa y escurridiza tras el horizonte, que al voltear tu rostro lo ves como una mancha ruborizada, que representa fielmente un pasado tímidamente tuyo. Huir, huir con la libertad de huir, huir con la esperanza de seguir huyendo, huir en un vuelo infinito que signifique la lejanía de cuanto conoces, huir en un vuelo paralelo que roce la nada y el vacío. La huída, una caída volitiva sin alas para siquiera huir de aquella caída. Es perderse. Huir sin orientación alguna. Es una libertad imponderable. El desplome hacia la ausencia. Huir, a veces cerrar los ojos y huir…

lunes, octubre 26, 2009

La huída





¡Huir! Huir de este encierro
Huir de esta libertad
Huir lejos, donde no puedas existir
Huir solo con lo que llevas puesto
Quizás con tus libros
Quizás con algo de música
Huir sin dejar una nota de despedida
Desaparecer en la incertidumbre de la marea
O en la dirección que el viento sople.
¡Huir! Huir…

Saber que son otras sabanas las que
Envuelven tu cuerpo
Ver que el sol salga por otro rincón
Dejar rostros que sepan que huiste
Para encontrar otros que te vean aparecer
Situarse en la clandestinidad
De aquellos que te observaban
Para pasearse frente a ojos despistados
Que no se inmuten al posarlos en ti.

¡Huir! Huir de estas paredes
Huir de este paisaje que no se despega
Huir del idioma, huir de las costumbres
Huir del saludo y la despedida
Huir de esta vida, pero también de la muerte
Huir de lo simple y lo complejo
Para conocer otra simplicidad y complejidad.

¿Haré alguna diferencia?
Si después de huir querré hacerlo de nuevo
Entonces huiré.

¡Huir! Es una salida y entrada a la vez
Salir de un camino que se vuelve plano
Para caminar en la ladera de un río
Inserto en el corazón de la lejanía
Intratable, inconquistable
Que recorra regiones olvidadas
Lejos de cualquier vestigio de existencia
Ubicado tras las cortinas de una turbulencia
Inexplorable, al acecho de una muerte inminente
Y así todos huyan de mi huída
Así todos recuerden no buscarme
Así todos busquen no recordarme.


¡Huir! Huir en un viaje sin retorno
Huir del norte, huir del sur
Ser un fantasma para cualquier brújula
Ser un naufragio en un océano perdido.

¿Podré no regresar?
¿Podré ser un ente nómade sin retorno?
¿Podré ser un instante en cada rincón?

¡Huir! Huir…
Huir y dejar un obituario en cada lugar
Huir corriendo, huir volando
Huir desapareciendo…

Que mi cuerpo sea una erosión constante
Que mi estadía sea una entropía
Que mis pasos sean un silencio
Que mi respiración sea una brisa en un vendaval.

¡Huir! Huir…
Huir de todo ángulo, de toda perspectiva
Ser una metaexistencia
Una teoría incomprobable
¡Huir! Huir…
¿Hasta cuando huiré?
Desde luego, también huiré del cuestionamiento
¡Huir!
Huir…



viernes, septiembre 04, 2009

Del sueño, la quimera y la realidad (?)




Del tiempo extraño y voluminoso
Un unicornio corre por campos celestes
Las flores suspendidas en el aire
Flotan en una tranquilidad agradable
El cielo se levanta de su hamaca
Y bosteza lentamente con los ojos apretados
Mientras un murmullo sonríe
En la boca de los árboles.

Nada ha nacido y nada ha muerto
Los féretros se sostienen
En el borde del abismo
(Sobre la quebrada)
Y ese mismo abismo,
Baila una canción de sonidos mezclados
Entre oriente y occidente
En los brazos de un alud,
En las faldas de un volcán.

Del tiempo profundo y neblinoso
Una escena se repite un millar de veces
De una pareja mirándose a los ojos
Mientras sus rostros van cambiando
Suspendidos en el aire
O en una terraza agrietada
Alguna vez se amaron,
Alguna vez se odiaron.

La mente genera ilusiones contradictorias
Así como de un día teñido de un negro
                                                    [opaco
Así como los gritos estrambóticos del
                                                   [silencio
Mientras tu voz va callando
Y calla vencida por un ahogo
Y se desespera por la agudeza del silencio
Nada ha nacido y nada ha muerto
En las puertas de un valle misterioso.

El unicornio ha desaparecido en el horizonte
Las flores se sientan en la tierra, cansadas
El cielo abre sus ojos y contempla desde
                                                        [arriba
Y los árboles callan tristes y serenos,
Los féretros duermen bajo tierra
El abismo se expande insondable
La canción se disuelve en una brisa
Y el alud y el volcán desaparecen sin dejar
                                                       [rastros.

Del tiempo imperecedero y súbito
Una imagen se dibuja sobre otra
Tenue y con aroma a pasado
Con rasguños de angustia
Y con un traje de muerte aliviante,
Que camina entre callejones conocidos
Emulando una vieja usanza
En blanco y negro, en blanco y negro…

Luego, un vacío reverberante
Lleno de caídas inconmensurables
Tus ojos, atónitos y temerosos
Se confunden con paisajes sobrepuestos
Te ves a ti, ves gente con el rostro borroso
Y luego te confundes con algo parecido al
                                                       [deseo
Fervoroso con algo o alguien
Que no es más que una escena trashumante.

Crees estar caminando por un parque
Crees estar fumando tu cigarrillo
Crees estar avanzando
Crees que es tu vida avanzando junto a ti
Crees que esas aves y ese sol
Son las que contemplas a diario
Crees que eres tú,
En tu momento, en tu mundo.

Del tiempo irreal y aparente
Descansas sobre un lecho invisible
Mirando tu cuerpo acostado plácidamente
En el rincón más oscuro de la noche
Volátil y diáfano
En la mira de tres lunas somnolientas
En un rincón distinto al que te encontrabas
Mirando desde tu cama,
A un hombre que te mira desde un rincón.

Sumergido en una vacuidad surrealista
Eres una pincelada azarosa
Una mancha en un lugar ingrávido
Un color que se va mimetizando
Entre un ojo cerrado y otro a medio abrir
Una estela que se confunde,
Con el epílogo del alba
Un sabor a apacible descanso en la boca
Una sensación en el estómago parecida al
                                                   [hambre
Una picazón en el rostro,
Por el inminente crecimiento de la barba
Una mirada de reconocimiento del exterior
Y un sol que brilla entre la densa neblina.

lunes, agosto 03, 2009

Un letargo de libertad



Caminaba por un camino algo seguro (por lo menos así lo creo), pero con el cuerpo algo cansado, algo distante, aun sin estar abstracto y con la mirada perdida latamente en lo que pareciesen ser distracciones, algunas inocuas, otras misteriosamente aparecidas a lo largo de un paisaje escurridizo, que me hacía sentir único; que me hacía sentir solo, sin embargo una especie de soledad más cercana a la libertad que a la carencia angustiosa. Una libertad que me prometía sentir el viento en mi rostro, y que al rozarme, se llevaría parte de mí hacia un lugar nunca antes explorado por mí, y que volvería en cualquier minuto para encontrarse con la otra parte de mi cuerpo, que también estaría repartido en algún rayo de sol, en algún sonido del oleaje, en alguna estrella de un firmamento infinito, en algún sueño vertiginoso o simplemente sentado contemplando algún lugar de esta tierra.

Aquel camino lo miraba de reojo, mientras intentaba disfrutar aquellas distracciones que tanto me rodeaban, y mirarlas era un ritual silencioso, lleno de matices exóticos, arrebatos de un dialogo disperso entre calles lejanas, cielos inalcanzables, sueños no existentes, realidades confusas, poemas no escritos, un beso suave y tierno que no ha nacido, una canción que aún no escucho… Arrebatos de pensamientos inconclusos, sonrisas que nacen y callan al tiempo que recuerdan que ya no se recuerda lo que se solía recordar usualmente. Una tonalidad en mi guitarra que toma fuerzas de convertirse en canción, pero que acaba siendo un arrebato de tres notas que se repiten sin sentido y se olvidan a través de un arpegio que calla lentamente.

Sentir que la vida camina paralelamente a ti y sabiendo eso, te hace perder la noción de todo; es como estar mirando el mar y ver una ola cuando ya reventó y que sólo se esparce linealmente, es como mirar el cielo justo cuando una estrella fugaz ya pasó, pero sabes que pasó, es como sentarse en un parque justo en el momento en que todos los niños dejan de jugar y se retiran cansados a sus casas. Sentir que la vida pasa y todos pasan junto a ella menos tú, que te distraes mirando una nube mientras pasa, pero de alguna manera la alcanzas y te vas con ella hacia cielos infinitos, difíciles de ver más allá de la sensación que te reboza. Y luego te preguntas, ¿A dónde voy? ¿Sabrá la gente que no voy con ellos? ¿Sabrá la gente que a veces no estoy con ellos, siendo que me tienen a su lado?

En lo profundo y difuso, un largo letargo me aleja. Agarrado firmemente con una mano en la parte trasera de una brisa, que me lleva donde nadie me ve y me esconde en un compás de jazz, quizá o en un deja vu interminable o quizá sólo en palabras escritas en pasado, que en realidad son el presente o que pueden ser un futuro, aunque ciertamente es para acentuar la atemporalidad de la situación.


domingo, junio 14, 2009

Una tarde de lluvia



No existe mejor momento como este para deslizarme en palabras sin un fin premeditado. Una tarde de lluvia copiosa y serena, donde el frío se ve aminorado con un brebaje caliente, donde el cigarrillo pasa a ser un dedo más en mi mano algo helada, donde la música pasa a ser una compañía ideal durante horas, sin pausas, sólo con interludios proporcionados por el compás de alguna que otra canción.
Mientras escucho el increíble saxo de Charlie Parker, recuerdo súbitamente unas líneas que escribí en un papel que se encontraba en mi velador, a penas abrí los ojos, en vez de mirar a mi alrededor y corroborar que estaba en mi habitación, en vez de preguntarme qué día era hoy, en vez de mover mi cuerpo para sentirlo vivo; lo primero que hice fue tomar ese papel y escribir: “No es que sea un hombre lleno de dudas, sólo me parece que a veces es mejor dudar de todo”. Acto que ahora me parece casi como un arrebato, luego de haber dormido profundamente, luego de haber soñado –como todas las noches- situaciones que parecieren más reales que todo lo vivido el día anterior (que, digamos, no fue tan fantástico). Aún eso, llegan momentos en que lo único que haces es dudar de todo, dudar de ti mismo, dudar de tu realidad, de tus sueños; pero no de la manera en que si todo es correcto o no, sino dudar de la esencia de las cosas, de su estancia en el cosmos, dudar incluso, de la misma duda, que tiene el rol particular de hacer que las cosas cobren sentido o que dejen de tenerlo.
La duda, en este momento no nace como un concepto de hacer una pausa y dejar de hacer cosas, sino todo lo contrario, dudar sobre su sentido y aún así dejarse caer inconmensurablemente en cualquier flujo que amerite un momento determinado. Es libertad pura, sin tiempo, en un espacio indefinido, escuchando el mejor jazz, mientras afuera se escucha la lluvia como llanto implacable, lanzarse a escribir lo primero que llegue a la mente o al corazón, dejarse a las palabras desnudo y a ojos cerrados, para que nazca algún poema, algún relato, algún cuento o lo que sea. Indudablemente, esa es la libertad -que podría aventurarme a decir- la que me ha permitido y me permite mantenerme con vida, es todo mi mundo, como yo quiero que sea y yo soy en él, todo lo que he querido hacer y ser. Como quizás lo sea para otra persona pintar o componer música.
¡Oh, cuan querida libertad!
Si tan sólo pudiera hacerlo todo el día, todos los días. Y es por eso que nos damos cuenta cuan atados estamos a la realidad colectiva, aunque en ella vivan pasajes que también nos llenan la existencia.
Aún así dudo. En esta tarde que me ha abandonado, para dar paso a una joven noche, más fría aún. Sin embargo, eso es un contexto externo, que pareciere estar pintado en óleo frente a mis ojos, porque donde estoy yo, el tiempo no ha existido, la música sigue sonando como si fuera infinita, mi mano aún conserva su sexto dedo humeante y no he dejado de abrigar mi cuerpo con un brebaje caliente.
Empero, ahora me cuestiono, ¿Todas estas palabras, ahora tienen su fin específico? Es decir, ¿Tienen su final o conclusión, luego de su improvisado desarrollo?
Preferiría que todo fuera más bien un punto suspensivo y así promover su infinitud…

domingo, mayo 24, 2009

Una noche más




Recuerdo emergente lleno de crudeza
Maravilloso retrato de tu rostro
En blanco y negro, cuan racconto
Eres como el indestructible sabor del
[recuerdo
De amargo y sin fuerzas
A imponderablemente eviterno
Eres el fénix de todas mis sensaciones
A veces un ángel
Otras, un espectro
¡Oh, mujer infinita!
¿Tendrán que pasar vidas para olvidar
[la tuya?
¿Cuántas?
Mujer etérea que sobrevuelas mis
[tinieblas
Y apareces subrepticiamente en mi
Único minuto de luz en el día
Eres un recuerdo y un deseo
Contundente tentación de olvidar el
[olvido
Que vuelves mi sangre irresoluta y
[briosa
Mujer de manjar utópico
Mujer de beldad inefable
Que con el solo rumor de tu existencia
Haces sonreír mi melancolía
Noctámbula en mis noches de insomnio
El retrato que mis ojos nunca olvidarán
¡Oh, fantasía del cielo!
Duerme en mis pupilas nuevamente.

sábado, mayo 16, 2009

Voces de mayo




Llega un diálogo disperso y lancinante
Proliferado en todos los cimientos
Como de oír el vuelo de un ave a lo lejos
Como del balanceo de las ramas de cada árbol
Como de una palabra que enmudece.

Llega un diálogo de muchos
Hacia oídos de pocos
Donde los pasos cantan en el caminar
Sobre el pavimento seco y aterido por el frío
A veces así, otras veces no,

Cuando los pies navegan bajo la lluvia
Dando movimiento a charcos inertes
Dando luz a un sonido acallado
Por oídos que no paran de hablar
Por diálogos que no se dejan escuchar.

Llega un aroma húmedo y solitario
Que envuelve la muchedumbre
Que llueve el paisaje de cada hora
Un aroma a cuello de mujer, a incienso de tienda,
A ropa impregnada en cigarrillo, a librería vieja.

Llega una palabra huérfana en el viento
Palabra de nostalgia, palabra de risa,
Palabra de llanto, palabra de jazz
Como color diáfano en las grandes urbes
Como matiz de deseo y una copa de vino.

A veces así, otras veces no,
Como mirada profunda buscando el sonido
Etéreo tanto como seductor,
En que la voz se inunda de una larga madrugada
Y un día conciso lleno de nubes grises y smog.

Llega un eco prolongado
De ojos perdidos que se buscan entre si
De labios que bailan mudos y otros que miran solos
De manos buscando la piel en el frío
De silencios parlantes que se escuchan en las voces.


sábado, abril 25, 2009

Con los ojos cerrados


Cierro los ojos,
Cierro los ojos para ausentarme
Y trato de correr de mis pensamientos,
Porque pienso que soy un estúpido,
Estúpido porque no sé actuar frente a ti
Y por eso…
Cierro los ojos
Y no los quiero abrir
Porque tu silueta me sigue a donde valla
Y el mundo se hace pequeño
Al igual que tus frágiles manos
Y tu suave rostro de ángel,
Por eso…
Cierro los ojos
Y el lamento me acaece
Gravitante e implacable
Y las dudas me lloran
Y yo cierro los ojos
Los cierro porque lo único que quiero
Es recordarte en todo momento,
Pero el momento me duele,
Me duele tanto que llego a amarlo,
Lo amo, porque ese momento es contigo
Y porque estuve contigo
Es que ahora quiero cerrar mis ojos
Que sea una sola absoluta oscuridad
Porque sé que aún así estás tú
Y estás… siempre estás…
Siempre has estado…
Por eso, cierro mis ojos,
Para recordar que no sé como ser frente a ti
Por eso cierro mis ojos y sonrío,
Sonrío porque siento cosquillas,
Sonrío porque recordándote se me hace más fácil vivir,
Sonrío… y luego me angustio,
Me angustio porque quiero muchas cosas
Y no puedo… solo no puedo…
Por eso, cierro los ojos,
Para que nadie me vea… solo tú,
Cierro los ojos y mi corazón canta con sus latidos,
Con tus ojos en los míos,
Con tu sonrisa sobre la mía,
Con tu silencio frente al mío,
Con tus ganas rozando las mías
Con nuestra pared invisible,
Con todo y aún así sonrío,
Sonrío y no me doy cuenta de aquello
Es porque siento que me elevo,
Que me elevo a parajes sin fines
Rodeado de nubes,
Tocado por muchas sensaciones a la vez
Y yo solo sonrío,
Pero con los ojos cerrados
Porque quiero correr
Y pensar solo en ti,
Sentirte solo a ti
Porque aún en mundos distintos
Nuestro sentir no se diluye
Y por eso cierro los ojos,
Porque es un momento de intimidad
Solo para ti,
Que haces que me ponga nervioso
Tal cual la primera vez que me enamoré
Y que mis palabras se desvanezcan
Y que mis pensamientos se nublen
Y que todo a mi alrededor se burle de mí,
De cómo me pongo al estar a tu lado,
Imaginándome miles de besos volar por los rincones
Viendo como todo el cielo vuelve a nacer
Sintiendo como la brisa nos acerca más y más
Sentir mi cuerpo desvanecerse en mil pedazos
Sentir que el olimpo existe cuando me rozas la mano
Saber que el color rojo no lo es frente a mis mejillas,
Mientras miro para todos lados
Y no saber qué hacer,
Mientras te miro y tú me miras,
Mientras me alejo y tú solo me miras,
Por eso cierro mis ojos
Porque el rubor me reboza de impaciencia
Y el anhelo se hace indestructible.
Cierro los ojos,
Porque ahora solo me queda imaginar
Que te beso y te beso…
Cierro los ojos,
Ahora solo me queda cerrar los ojos…

lunes, abril 13, 2009

Crepúsculo



Oh, cuan grandioso crepúsculo
Que iluminas el término del día
Expandiéndote con tus colores
Sobre las pupilas ansiosas de una nueva noche
Colores de sangre a miel
De rubor y piel
Prólogo perfecto de la oscuridad estrellada
Que enseñas con tu mágica beldad
A mis ojos
A tus ojos
A los ojos de todo aquel que es tocado
Por tu infinito poder de dormir los días
Y dejarlos al amparo de un sueño misterioso
Mientras somos envueltos en una penumbra encantadora
Y acariciados por una poca tímida y fría brisa
Causa suficiente para buscar abrigo
Entre tus ropas y de piel en piel
O una sola piel que consuma tus energías
¡Tan tibia!
Como el instante eterno del ocaso
Que deja caer sus brazos de color rubí
Sobre las montañas que rodean este valle
Convertido en una ciudad salvaje e interesante
Atractiva y rebosada de sueños comunes y exóticos
¡Exótico!
Palabra que vislumbra tu capacidad camaleónica
Oh grandioso crepúsculo
Que te adueñas del limbo entre el día y la noche
Tras las nubes teñidas de ti
Y bajo el cielo azulado que se pierde escalonadamente
En una noche intensa e infinita
Aplastando lentamente el rubor ahora anaranjado
Y cada vez más opaco, de lo poco que queda de ti
Que te extingues en un bramido silencioso
Dejando una estela de recuerdo sobre los ojos
Mas un pestañeo que comienza a enamorarse
Ahora de la noche venidera
Y sus elocuentes misterios…

miércoles, marzo 25, 2009

Inmovilidad en la cascada







En cuanto pare de mirar a la nada, se convergerá un todo que inundará hasta mis espacios más lejanos… mientras que caigo en incertidumbres relativas… sólo siento. Siento que el aire se vuelve espeso con solo mirarlo y que pasar la mano entre medio queriendo cortarlo como una navaja, sólo me produce una sensación de vacío. Es como sentir que algo espeso se mueve frente tuyo, pero que en cuanto lo miras o lo tratas de sentir, se convierte en un espacio más que ausente. Difícil disyuntiva, mientras que el sol sigue siendo el mismo que quemaba mis ojos ayer y antes de ayer.
¿Debo tomar esto como una continuación a la rutina? Empero, ¿Cuál rutina? ¿La de respirar, vivir? Si considerara eso como rutina, sería el prólogo de un suicidio anunciado. Más bien podría decir que es el aburrimiento, el aburrimiento como el absurdo de no reírse de lo común, que a todo esto, es la comedia más simple de llevar. Pero el hecho de despertar de la nada y encontrarse con un todo que te abruma es casi desgarrador, de modo que sentirse absurdo en esos parámetros sería totalmente comprensible y el hecho que después de un cigarrillo y una chupada al mate no conlleve a escribir un poema sobre arco iris y mariposas no necesariamente significa estar ensimismado, alicaído, ya que en situaciones como esas, escribir ese poema sería caer en un eufemismo patético.
De allí que escuchar el viento con los ojos cerrados y sintiendo que no hay nada bueno allá afuera no es tan malo como parece. Aunque tampoco es necesario comenzar a escribir una novela negra para auspiciar lo bizarro y lo crudo como conceptos que representen mi actual momento. Sólo basta con colocar algún disco de jazz y así no sentirme tan loco, o por lo menos sentirme acompañado en este pequeño caos que, con un buen solo de saxo daría satisfacción a mis minutos que a veces se escurren como el agua en tus manos y a veces parecen estancados como en la mejor fotografía.
Esa imagen si que es representativa, la fotografía de un reloj, la inmortalidad del tiempo y la porfía de los minutos en avanzar cuando sólo necesitas de aquello. En contraste, podríamos fotografiar una poca estruendosa cascada, en caída libre hacia un sin lugar. Eso vendría bien, pues, me declaro en estos momentos la mejor representación de Salvador Dalí, en cuadros como La persistencia de la memoria o Galatea en las esferas. En fin. Aunque en mi caso, un buen nombre podría ser… “Inmovilidad en la cascada”.
En cualquier otra situación me parecería un tanto extraño, ahora ya no da para aquello.