martes, octubre 07, 2008

Oh, simplemente eres

Para M.E.
Escrito en algún momento de tu extensa (eterna) ausencia.


¡Oh, que grande es el cielo que sostiene tu sonrisa!
Que puro es el aire que transporta tu voz
Alguna vez no me lo imaginé
Y esa vez no existías
Claro, no existías en mi vida
¡Oh, que lindo es el mar que te ovaciona!

¡Oh, que tiernas son las estrellas que te observan!
Y esa simplicidad que nace de ti
Como la noche nace después del día
Pero necesita que el sol se oculte para aquello
Entonces, ¿Qué belleza se habrá ocultado para que nazcas tú, belleza?
¡Oh, que lindo es el contorno que te circunda!

¡Oh, que cálida es el alba que abre tus ojos!
Y esa mirada tenue del primer rayo de sol
Así como ese hilo de esperanza al mirarte
Así como los laureles del César
Así como el lívido rubor en tus mejillas
¡Oh, que límpidos son los sentimientos que te atañen!

¡Oh, que desierto es el mundo cuando se trata de mirarte!
Porque no existe el entorno a tu lado
Solo existe tu simpatía dibujada en tu rostro
Y tu profundidad acariciada por los astros
Y tu universo mágico danzando en tus ojos
¡Oh, que sabia es la naturaleza por haberte creado!

¡Oh, que esclarecedora es tu aura que sana todo!
Sana mis temores
Apacigua mis impulsos
Así como la música te habla al oído
Es que tu alma acaricia mi llanto
¡Oh, que dulce es el movimiento de tu respiración!

¡Oh, que linda es la tierra que te sostiene!
En tu caminar mudo
¡En tus pausas que inmovilizas el mundo!
En tu pestañeo suave
¡En tu mirada que embellece todo!
¡Oh, simplemente eres y eres lo más bello!

viernes, agosto 15, 2008

El paso del tiempo




Tu ojo en blanco y negro te mira
A veces con una lágrima
Otras veces sonriente.
Tu ojo en colores mira el entorno
A veces con una lágrima
Y pocas veces sonriente.
Ahora ese mismo ojo en blanco y negro te mira
Con la misma lágrima
Y también pocas veces sonriente.
Y tu ojo en colores mira el entorno
Mira como lo mira el ojo en blanco y negro
Y derrama una lágrima de melancolía
Sabiendo que después él será de blanco y negro
Y habrá otro ojo en colores
Quizás con una lágrima
Quizás con una sonrisa.

domingo, mayo 25, 2008

Luces de mayo



Con un ocaso escondido entre las nubes
Silencioso y de mirada rojiza
Murmuraba un aliento viejo y mudo
Donde el sabor de las cosas cambiaba
Y la gente afuera se veía difusa
Caminando como sombras en el purgatorio
Sin más recuerdo que el de su andar
Y los ojos sin miradas
Y las palabras sin voz.

Mas una guitarra vieja bajo una manta
Y una tonada con olor a café y cigarrillo
Se entibiaban en la reverberancia de una sombra
Como sólo sabe hacerlo un día gris
Como sólo sabe hacerlo la bulla llena de caos
Y el caos lleno de silencio
Al amparo de las bocas
Que humean un frío punzante
Y un vano reclamo
(Entre murmullos).

Y la noche, aquellas noches
De sueños lóbregos y lunas tímidas
En que el ropaje forma parte de un ritual
Más que un abrigo ameno
Junto a la oscuridad de los párpados
Junto a la arritmia del pestañeo
Se hace presente la sordidez del vacío
En cada esquina
En cada poste de luz durmiente
(Entre balas de sangre y llantos desesperanzados).

Cae en un callejón un poema
Y las casonas viejas se estrechan
En un canto sublime cobijado por árboles desiertos
Y calzadas desniveladas
Por los pasos de un día inefable
Cuan sonido retumba en ecos extraviados
Y ventanas azotadas por la brisa que provoca
La hoja de un libro al ser leído
(Hojas amarillas y con olor a pasado).

Sumido en el extrañamiento
El paisaje augura un recuerdo nimio
Entre el ocaso rojizo tras las nubes
Y el amanecer grisáceo entre la cordillera
De lo que es el relato de cada ser
Y cada relato de la ciudad
En los detalles de cada minuto en la diversidad
Y sus valles de misterios mundanos
En todos los boliches de cada hogar.

Oh así es como nos plantamos
Inermes ante la abstracción
De cada estación del año
Mirando con melancolía aquel atardecer
Dando fruto al silencio con aliento viejo
Guarecidos bajo las luces mudas y tenues
Y sobre las sombras que hacen otro mundo
(Bajo nuestros pies)
Siendo y no siendo los mismos.

Oh si, cada día de mayo.


lunes, mayo 05, 2008

Cuando se olvida con ironía




En la vasta penumbra de los minutos
Se esconde un gélido desencuentro
En que mi mirada se ausenta para apreciar
Como mi carne se transforma
Pedazo a pedazo
En una olvidada materia
Igual a una huérfana turgencia.

Las luces de la ciudad yacen frías
Y el sonido opaco del silencio hace voz mutua
Al color agrio de la desesperanza
Que se retuerce en mi piel
Piel de río seco
Piel de polvo disipado
Gélido desencuentro en que mis ojos se ausentan.

Tras el triste oscurecer de la noche
Mi cuerpo se desprende de mi vida
Y mi vida se desprende de mi ser
Para morder nuevamente el olvido
Y despertar sin carne sobre mis huesos
Y atarlos a un naufragio impoluto
Para sonreírle nuevamente al mundo.

O dibujar mi sonrisa en una bandera
Y pasear por valles llenos de colores
Mientras el resto mira y asiente
Mientras el resto olvida y no siente
Oh, perfecta ironía de los placeres
Perfecto desencuentro inadvertido
Tal cual mis ojos se ausentan para apreciar.

Las vastas horas fuera de todo
En que la noche te fuma en su pipa indiferente
Y la ciudad te deja al borde de ti mismo
Recordando que estás olvidando
Inherente a una dulce extinción
Llevado por una terca sonrisa
Tocado por millares de ojos de ausencia inexorable.

jueves, abril 17, 2008

Prospecto





La idea misma de una novela, en cuanto consiste, se deriva al fragmento fragmentado de un todo que contiene fragmentos de, quizás, un fragmento. Y eso conforma un todo, fragmentario, pero todo de igual manera.
Hay ideas que confabuladas entre si (o algunos pueden decir entrelazadas), pueden llegar a ser una hilvanación totalmente visible dentro de lo tácito que llega a ser una muestra de todas las pequeñeces y el mundo del absurdo que nos ataca casi la mayor parte del tiempo. Y que de maneras diversas y más que locuaces, nos hacen ver dentro de una botella lo que se puede ver mirando el cielo; y que (lo más interesante), es saber que mirando el cielo se puede ver más que más allá, eso es lo más acá, que muchas veces no se ve, porque está tan cerca, tan cerca de nuestra epidermis que no se logra captar vivazmente o sigilosamente porque se ignora de cierta manera. Y esa cierta manera es el querer de ver más allá. Cosa que no tiene nada de malo, sino en el límite de no saber qué tienes acá y en el más acá. Pregunto, ¿Porqué ver el más allá? E ironizo, porque más acá tenemos todo visto y no hay nada más que ver, siendo que aún no se ha visto todo, pero sería más de lo mismo. Diría una voz pequeña por ahí. Y sigo: ustedes no tienen porqué ver más allá sin que logren comprender el más acá, y ya eso es demasiado complicado. Por favor, díganme que no. No. Bueno, eso es otra cosa, ¿Qué cosa? Dirán ciertas voces. Cosas que simple y complejamente se ven y no. Se sienten y no. Se logran analizar y no.
Hay ciertas sensaciones que acaparan un poquito más que un todo y hay ciertos hechos que hacen notar la simplicidad de lo complejamente común.
Una palabra, una sonrisa, un diálogo, un relato, una comprensión.
Los personajes van y vienen como peces en el agua y como calamares en la ficción. Bueno (digamos que con Julio Verne), puede traspasar la idea del pensamiento y lograr la amargura de creerse tal, siendo que puede estar a años luz de ser o parecerse, pero se es eso en el momento de la lectura.
Benditos sean los que por una u otra razón se ven estampados en aquella hoja impresa de noches y días de movimientos arrítmicos frente a un teclado. Claro, se piensa. Claro, se siente. Claro, se comprende. Claro, se cree comprender. Claro, se cree pertenecer. Claro, se cree él. Claro.
Y lo impreciso juega otro rol. Digámoslo, juega a ser el minutero de un reloj que no es más que fantasía, sin embargo está. Y hay precisión. Como todo relojero. Empero, ¡No hay precisión! Solo es una ficción dentro de la ficción que juega un rol de realidad. Es cierto, para qué negarlo, si sólo es una blanca paloma (¡Hay cómo las odio y más encima las pongo como ejemplo) de una resignación a lo que no podemos manejar. Porque hay mucho manejo, hay mucha manipulación. Pero no queda más allá de la palabra misma, porque se llega al punto de no contar con esa frivolidad que lo único que maneja son las confusiones disfrazadas de cálculo con mayoría de probabilidades. Paf!
Paf!
Nunca se llega a manejar lo que se espera manejar. Hay rebotes, pero que nunca se están contemplados, sin embargo se dicen probables más que nada para no perder el hilo del cálculo, que de cálculo sólo tienen un par de frasecitas halagadoras del supuesto manejo.
¿De qué, me pregunto yo?
Otra cosa, es que en verdad nadie sabe quién puede ser clavado con los clavos del mal cálculo o de la improbabilidad que se creía lejana o del rebote que se creía lejano. El rebote, escuchen esto, el rebote te llega incalculablemente donde menos lo esperas. Lo que no significa una amenaza, sino poner un ojo abierto donde creas que menos te pueden herir. Porque, de verdad no hablo de traición (si eso es lo que quizás a primera lectura se logra analizar), sino de complejas pequeñeces que van en adversidad a tus probabilidades positivas. “No, es que de verdad no hay nada que pueda fallar”. “No, es que realmente tengo todo calculado si no pasa esto que debería pasar”. “No, es que esa improbabilidad frívola está lejos de lo que alguien puede imaginar”.
¡Fragmentos insípidos!
Fragmentos…
Eso que se logra sólo divisando algún todo, por más insignificante o confuso o complejo o distante o simplista o irrisorio.
La idea misma de una novela, en este caso implica la confusión de las partes, para que después se pueda hablar de un todo, no antes, sino después de creerse un naufrago en la lectura. Lectura… Todo va en ella. Claro, que simple de explicar, dirán algunas voces por ahí. Por consiguiente, lo que hablo se deriva a lo que no está escrito. ¿Quién es este fulano que me habla entre líneas y guiando mi comprender hacia su no comprender, que de hecho no comprende? Podría comprender esa pregunta. Y darme el gusto de no contestarla, porque no hay nada más rico de saberse incomprendido cuando todo está dado para comprender.
Voces que se alejan y se acercan en la medida que acabo con estas palabras de aliento, no para el lector, sino que para mí, ese yo que está dentro de mis dedos.
Y, Paf!
Un consejo, la letra conforma la palabra y el jerigoncio conforma la antipalabra. Paf! Se acabó.
(Junto a un piano que habla de la nada cuando románticamente quiere ser algo, no es algo, pero quiere llegar a ser, como el timbal que comienza a sonar a lo lejos con un poquito de ímpetu y cae una mano que lo calla en seco y la boca que se abre con impaciencia hasta esperar el otro movimiento, que lo hará con más ganas que técnica mientras la gente en el teatro aplaude).


jueves, marzo 13, 2008

El ojo húmedo

Un ojo húmedo me miró y me dijo:
“¿Qué miras?”
El ojo me descubrió viéndolo de soslayo
Cuando yo solamente miraba mi entorno.

Quería ver cómo la luna se escondía
Entre montañas sinuosas e imponentes
Porque era luna llena
Y mi mirada se llenaba de ella.

El ojo húmedo enloqueció
Parpadeaba con dolor
Y veía todo borroso
Pude darme cuenta de eso.

Cuando notaba que no había un noche estrellada
Y me invadía la desilusión
Porque no quería estar solo
Ya que las luces no eran buena compañía.

Y el ojo nuevamente me habló
Me dijo: “¿Acaso nunca has visto un ojo húmedo?”
Yo quedé en silencio y oía mis pensamientos
Que bajaban impertérritos a mi morada.

Es que el ambiente daba para mucho
La pena se regocijaba danzando desnuda
Y la lástima reía de todo lo que veía
La luna ya no quería ver más todo esto, se había ido.

Y el ojo húmedo me pidió un cigarrillo
Yo sabía de la relación entre el frío y la pena
Y notaba como la locura se hacía parte de todo esto
Mientras que la profundidad de la noche nos envolvía.

No quería ni imaginarme lo que sentía el ojo húmedo
Esa crudeza endemoniada que las personas no entienden
Esa caída súbita entre la nostalgia y el silencio
Ése ojo húmedo que es mi propio ojo.

Que me hablaba en fluidas lágrimas, divagando.

sábado, marzo 08, 2008

Morir



III

Un hombre miraba un arrebol,
Y cuando este se desvaneció en la oscuridad,
El hombre lloró.
Eso es morir…

Me lo dijo la noche, compañera de sueños.

Una ola quería acariciar una roca,
Pero la marea desistió y durmió serena,
La ola nadó en otra dirección.
Eso es morir…

Me lo dijo un pez a la pasada.

Una hoja esperaba con ansias el otoño,
Y cuando este llegó… algo atrasado,
La hoja no cayó.
Eso es morir…

Me lo dijo un árbol amigo mío.

Una guitarra necesitaba el cariño de unas manos,
Estas llegaron, intentaron tocarla,
Pero la guitarra desafinó.
Eso es morir…

Me lo dijo un acorde, amigo de mi oído.

Una mesita se encontraba en un sótano,
Tomando un café con su amante el polvo,
La mesita esperaba un artefacto sobre sus hombros,
El polvo esperaba una brisa pura,
Sus esperanzas nunca llegaron…
Y ellos fueron presa del olvido.
Eso también es morir…

Me lo dijo la soledad, mi amante ocasional.

Siempre es morir.